Que ni falta me hacen los responsos ni los besos que me negó el amor... Ni el amor. Miren que ahí voy cruzando la espuma. Mírenme por última vez, envidiosas, que ya no vuelvo. Por suerte no regreso. Siento la seda empapada de la muerte amordazando mis ojos, y digo que fui feliz este último minuto. De aquí no me llevo nada, porque nunca tuve nada y hasta eso lo perdí.
|