Camille

Su primera mujer fue asesinada, un cataclismo del que tardó años en recuperarse. Cuando se ha atravesado ese mal trago, uno piensa que no le puede pasar nada peor.
Es una trampa.
Porque bajamos la guardia.
Para el destino, siempre atento, es el mejor momento para cruzarse en nuestro camino.
Y recordarnos la infalible puntualidad del azar.

Pensaba que se había dejado llevar por las circunstancias pero no es cierto.
Lo que nos ocurre es lo que construimos nosotros mismos.

Como en todas las oficinas, tres días es un plazo de sobra para un rumor. Y cuanto más vago es, más grande se hace, es un efecto mecánico. Clásico.
Algunas muestras de simpatía parecen condolencias.

Se podría pensar que Dios, sobrepasado por los acontecimientos, ya no sabe dónde poner orden, de modo que los actores improvisan y la cosa sale mal, claro.