Armonía

Leí por primera vez a Eduard von Keyserling hace unos meses y os comenté que me había llevado una muy grata primera impresión; pues me alegra deciros que la segunda no ha desmerecido a la primera.

“Armonía” es una obra muy corta que transmite y atrapa muchísimo. Desde el inicio te sientes inmerso en la trama, la historia y su atmósfera te envuelven y te mantienen a la expectativa por saber qué va a suceder, pues que aparentemente no suceda nada hace que estés a cada momento en tensión, esperando descubrir por dónde te va a venir el giro.

En esta historia el autor, ayudándose de unos poquitos personajes, nos teje un tapiz en el que se refleja la decadencia o el ocaso de la aristocracia europea del siglo XX. Un matrimonio que hace aguas, un linaje en decadencia, y un estilo de vida que se desmorona.

Con un estilo tan impecable como me lo pareció la primera vez que lo leí, el autor nos regala un relato muy cuidado, en el que cada descripción está hecha con mucho mimo y buen gusto, y cuya trama resulta de lo más fluida, misteriosa e inquietante.

Me ha resultado una historia muy atractiva y asequible, que me ha dejado un estupendo sabor de boca al finalizarla, pues sin exigirte mucho esfuerzo te ofrece un ratito de gran disfrute y entretenimiento.

Nunca me cansaré de recomendaros estos pequeños placeres, sin duda creo que, tanto por su extensión como por sus títulos y autores, son obras perfectas para acercarse a la literatura clásica.

Armonía de Eduard Graf von Keyserling , un aristócrata que deja en sus obras un poco de sus vivencias y orígenes, o eso al menos es lo que me parece.
Este libro junto con Aquel sofocante verano se escaparon por los pelos de ser pasto de las llamas, de la mano precisamente de su autor enloquecido ya y en sus últimas por la sífilis que sufría.
En esta novela el autor nos presenta un personaje principal prototipo nobiliario, que cansado de un periplo de placer vuelve al castillo familiar donde se reencuentra con su querida mujercita que le espera sin ningún tipo de reproche. Ella es el personaje antagonista, por decirlo de algún modo, ya que aunque de forma un pelin frívola es más espiritual que él.
Veremos una busca continúa de amor y atención por parte de él, que se verá decepcionado por la indiferencia que su mujer se gasta con él. La prosa de este autor es bastante buena (entra dentro de la corriente impresionista alemana) ya la conocía de Aquel sofocante verano, una obra que me gustó mucho, y totalmente diferente. Este autor explora muchos temas siempre partiendo de las relaciones personales, por lo que llevo leído.
En esta obra si que es verdad que hay un toque más sensual, las descripciones de las personas, los paisajes, las situaciones, y un toque irreal, de ensoñación, que juega con la causa principal de la desdicha de este matrimonio y que como curiosidad apenas se menciona, como si hubiese un pacto de silencio que envuelve a la obra, y atrapa al lector en esa complicidad.

Félix es un rico hacendado que huye de viaje para superar la muerte de su hijo recién nacido, dejando a su mujer Anna Marie en casa a cargo de unos parientes: su suegro, el tío Thilo que no se sabe muy bien si es tío carnal o amigo de la familia, la señora von Malten a modo de dama de compañía y la hija de ésta, Mila.

La novela está escrita desde el punto de vista de Félix, un hombre inmaduro, malcriado, acostumbrado a hacer siempre lo que le apetece y que la gente le siga el juego.

Cuando vuelve de viaje se siente como un extraño en su propia casa, ajeno a la red de relaciones que se ha tejido su esposa, otra niña mimada, para superar la pérdida de su hijo en su ausencia. En cuanto a esta pérdida, el autor no incide mucho y la pasa por alto. No cabe todo en sus 87 páginas.

Félix, para reafirmar su ego busca seguir siendo el centro de atención y ejercer de amo y señor de sus tierras y siervos, ya que se siente ninguneado por los habitantes de la casa, celoso de todo lo que rodea a su mujer… a excepción de Mila…
El desenlace es inesperado.

Hay un diálogo con uno de sus siervos, que adjunto como cita, que me sacó de la lectura, me desagradó tanto que hizo que mi valoración del libro fuera más baja a pesar de haberme gustado mucho.

CITA
-Estás casado?
-Sí, con Marrie.
- Una chica grande y hermosa.
-Bueno, yo no le he encontrado ninguna tara. Un poco deslenguada si es.
-Vaya, ¿y le zurras de vez en cuando?
-Cuando hace falta sí. Sin zurrarla un poco sería imposible.
-Y…como…dónde le pegas?
-Donde caiga señor.
- ¿Y luego?
-Bueno como berrea… y luego vuelve a estar amable como nunca. Mujeres, ya se sabe…
-Si mujeres, ya se sabe…

Los Pequeños Placeres son sinónimos de acierto y este no ha sido menos. Un relato muy psicológico que según han ido pasando los días y he pensado en él me ha ido gustando aún más.

El señor de la casa vuelve a su hogar tras un largo viaje. Después de estar tanto tiempo fuera echa de menos a su mujer y el volver a la rutina, a las pequeñas cosas sencillas, a su ambiente. Pero al llegar, siente que algo ha cambiado, no tiene el recibimiento que él esperaba y mientras pasan los días comienza a sentirse como un extraño en su propia casa. de la sensación más acogedora y confortable que tenía mientras estaba llegando pasa a una incomodidad extrema. Su actitud entonces va cambiando hasta obrar de formas que él siempre había despreciado, echando abajo todas sus convicciones, y desencadenado un final aciago.

Lo interesante de este relato es que en todo momento conocemos la historia solo desde el punto de vista del señor. Sus impresiones y sensaciones, sus conclusiones, la forma de actuar de los otros personajes siempre son filtradas bajo su mirada y su juicio. Se siente una víctima en su propio hogar pero, ¿es realmente todo como él lo cuenta?
Si profundizas un poco, observas las actitudes y reacciones de los demás y lees entre líneas, te das cuenta de que hay mucho, mucho más de lo que él percibe. Porque es la visión de una persona egoísta, tan sumida en sí misma que ni siquiera es consciente del mal que hace a los demás, no es capaz de ponerse en el lugar del otro ni intentar comprender el porqué de su actitud. Y está convencido de que el problema está en los otros.

Súper interesante a la vez que triste, porque esa visión y forma de actuar afecta en gran manera a los que hay alrededor, especialmente a su mujer, quien en esa época dependía totalmente de su marido para absolutamente todo. Podría hablar mucho más pero creo que con esto os habéis una idea. Me ha encantado.

Nada os sorprenderá que os diga que Eduard von Keyserling fue un escritor alemán. Quizá tampoco os suene a nuevo que Armonía sea la segunda novela corta suya que @edicionesinvisibles publican y tienen a bien mandarme (la primera, Aquel sofocante verano) tiene sólo unos pocos meses de vida). Pero seguro que os sorprendo si os digo que la verdadera protagonista de la obra SOY YO. Bien, de acuerdo, quizá he exagerado un poco porque este señor llevaba muerto bastante tiempo cuando yo nací... Y quizá (sólo quizá) Mila no sea en realidad la protagonista. Puede que incluso no me caiga bien (ni mal), pero se llama Mila. Este hecho me ha alegrado una lectura que empieza verdaderamente armónica, pero en la que las notas se vuelven disonantes a medida que avanza la pieza.

Me lo he leído dos veces. Una detrás de la otra. La primera muy rápida y la segunda mucho más despacio para fijarme en las entrelíneas y analizar cada gesto y comentario para comprender mejor la evolución.
A Edward von Keyserling lo descubrí con Aquel sofocante verano, no sabía dónde me ponía y me gustó mucho. Cogí Armonía entusiasmada perdida y me sorprendió que no me chiflara desde la 1ª página. La verdad es que iba leyendo y aparte de convencerme poco a poco de que el personaje principal era un miserable poco menos hice hasta llegar al final y reconocer el romanticismo del autor y reconciliarme con la historia. Por eso lo volví a empezar, para centrarme en lo que explica y dejar estar la posible miserabilidad del señor. El resultado: me sigo quedando con Aquel sofocante verano pero, pude apreciar la delicadeza y suavidad de su prosa, la fragilidad que transmite, la sutileza que utiliza y la evolución de los sentimientos de cada personaje hasta el desenlace.
Edward von Keyserling escribe de forma preciosa, proporcionando unas imágenes muy claras hechas de miradas y gestos que crean un subtexto muy rico.
Preferencias aparte, los dos Pequeños Placeres publicados son completamente recomendables.

Nueva obra que leo del autor, y su narrativa vuelve a cautivarme. En pocas páginas (no llega a cien), consigue transmitir muchísimo, y, aunque no fuera su intención, sus descripciones me dejan con una sensación placentera por las pequeñas cosas y una cierta tristeza. 

Félix, quién vuelve a casa con deseo de reencontrarse con su esposa, encuentra en ella a alguien diferente. Él ansía disfrutar de su compañía, sentir pasión y relatar su viaje, pero su esposa no parece estar por la labor de lo que él espera y prefiere las atenciones de otras personas. 

Félix parece considerarse una víctima ante la situación, algo que le lleva a acercarse a otra joven y tomar las medidas que considera apropiadas. Me ha resultado alguien caprichoso y egoísta, cuyos actos dejaré que descubráis a donde conducen. 

Me gustó más la trama de "Aquel sofocante verano", también del autor y de la colección "Pequeños placeres", pero la verdad es que ambos de disfrutan gracias a la narrativa del autor y a unos finales que no dejan indiferente. 

Eduard von Keyserling es otro autor que hace años que recomiendo, pero en este caso sé que no es para todo el mundo. Aun así, cuando se han leído varias novelas suyas, aunque se percibe que le gustaba transitar sendas muy parecidas en ellas, ves que conseguía insuflar en cada una de ellas esos aspectos determinantes que las diferenciaban. Sí, tenemos la naturaleza sensual y omnipresente con descripciones muy visuales y vivas, y el escenario en la campiña báltico-alemana, donde conviven señores y trabajadores en el comienzo del nuevo siglo y donde las líneas de esas relaciones muchas veces son muy difusas.

“Armonía” tiene de todo esto en formato muy breve. La narración, como es habitual en Keyserling, es melancólica, sensual, nostálgica… con un personaje masculino odioso (siempre, siempre consigue que odie a uno de sus personajes), egoísta e hipócrita que me ha recordado al Günther de otra de sus novelas, “Otoño en Berlín”, y un personaje femenino, su esposa, tan vulnerable, desangelada, sobreprotegida y desconectada de este mundo que más parece un espíritu que una persona de carne y hueso.

Quien conozca la obra de este autor sabe que lo suyo no eran los finales felices, y que esa bruma pausada y melancólica que impregnaba toda su narración, ese aparente “no pasa nada”, escondía hastío de las convenciones sociales, insatisfacción dentro del matrimonio y decadencia de una aristocracia acostumbrada a salirse siempre con la suya.
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“Armonía” una novela breve del autor alemán Eduard von Keyserling.
En esta obra encontramos unas descripciones hermosas, detalladas y cuidadas.
La narración es impecable y crea una atmósfera envolvente donde la belleza de las letras se mezclan con el cálido ambiente del romanticismo costumbrista de la época.
El personaje principal vive tras una máscara, aferrado a las apariencias de la aristocracia y con el ego de sentirse superior al resto.
Excelente historia donde una vez más he podido disfrutar de la pluma de este autor que gracias a @edicionesinvisibles lo convierten en pequeños placeres de la literatura.

“La vida nos enseña que las apariencias engañan, que las palabras también, que no todo es oro lo que reluce, que las cosas buenas salen del corazón y que la esencia de una persona se percibe por sus acciones y se sienten con el alma.”