Me lo he leído dos veces. Una detrás de la otra. La primera muy rápida y la segunda mucho más despacio para fijarme en las entrelíneas y analizar cada gesto y comentario para comprender mejor la evolución. A Edward von Keyserling lo descubrí con Aquel sofocante verano, no sabía dónde me ponía y me gustó mucho. Cogí Armonía entusiasmada perdida y me sorprendió que no me chiflara desde la 1ª página. La verdad es que iba leyendo y aparte de convencerme poco a poco de que el personaje principal era un miserable poco menos hice hasta llegar al final y reconocer el romanticismo del autor y reconciliarme con la historia. Por eso lo volví a empezar, para centrarme en lo que explica y dejar estar la posible miserabilidad del señor. El resultado: me sigo quedando con Aquel sofocante verano pero, pude apreciar la delicadeza y suavidad de su prosa, la fragilidad que transmite, la sutileza que utiliza y la evolución de los sentimientos de cada personaje hasta el desenlace. Edward von Keyserling escribe de forma preciosa, proporcionando unas imágenes muy claras hechas de miradas y gestos que crean un subtexto muy rico. Preferencias aparte, los dos Pequeños Placeres publicados son completamente recomendables. |