Su cuerpo sigue ahí pero lo que hay dentro -su mente, su memoria, su corazón- se está desvaneciendo. La oscuridad y la falsedad eclipsan su memoria, que se persuade de ser coherente solo por medio de la fabulación. Su pensamiento oscila entre una inercia atónita y una volatilidad histérica. Pero lo que su corazón está haciendo es el número de la desaparición, oh, que es la parte más difícil de sobrellevar. Es como si, en su agitación, hubiera removido el barro que todos llevamos dentro. Y lo que ahora emerge a la superficie es una rabia sin rumbo, y miedo, y frustración, y aspereza, y egoísmo y recelo.