En la vida real, el asesino puede ser cualquiera. Los móviles, los métodos, las circumstancias... los caminos para convertirse en asesino son tan numerosos como las estrellas.
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En la vida real, el asesino puede ser cualquiera. Los móviles, los métodos, las circumstancias... los caminos para convertirse en asesino son tan numerosos como las estrellas.
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En Pittsburg, si alguien hubiera metido cincuenta ardillas en la biblioteca, habría sido aclamado como héroe. Pero Ellingham estaba lleno de gente que amaba las bibliotecas y el sentir general era que había ido demasiado lejos. Podías andar por ahí desnudo, podías subir a chillar al tejado, pero no profanar el templo de los libros.
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¿En qué año se publicó?