Nunca En La Escalera: : 44 de Maureen Johnson
En Pittsburg, si alguien hubiera metido cincuenta ardillas en la biblioteca, habría sido aclamado como héroe. Pero Ellingham estaba lleno de gente que amaba las bibliotecas y el sentir general era que había ido demasiado lejos. Podías andar por ahí desnudo, podías subir a chillar al tejado, pero no profanar el templo de los libros.
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