Los nombres propios

Qué maravilla de libro. al principio me costó pillar la narrativa de Marta Jiménez. Pero cuando entendí su forma de construir esta novela, me enganchó totalmente.

La novela está escrita desde el punto de vista de Belaundia Fu, amiga imaginaria de la protagonista. Habla de su infancia, de la pérdida, del amor, de la amistad, de la familia.

Lloré mucho con este libro, aunque quizá esto está más relacionado con el momento vital en el que lo leí que con el propio libro (aunque sí desprende un tono nostálgico que toca el corazoncito).

No puedo más que recomendar este libro. Uno de los mejores que he leído este año.

Nos encontramos frente a una novela de ficción autobiográfica donde la autora lo que quiere es contar y reflejar aquellas inquietudes, aquellos miedos de la adolescencia, aquella fase entre la infancia y la adolescencia, algo que de una manera u otra nos vamos a sentir identificados y que probablemente en algunas partes nos veamos reflejados, ya que todos alguna vez hemos vivido esos veranos en el pueblo, hemos teniedo algún desengaño, o hemos tenido alguna pérdida.
Lo que mas llama la atención sin duda de esta novela es la voz narradora, y el como esta contada la historia, desde el principio iremos siguiendo a la protagonista, Marta, que no sabremos su nombre que no lo sabremos hasta el final. Lo mismo pasa con los demás personajes, según va creciendo la protagonista va poniendo nombre a los personajes, pero hasta entonces tendremos, a la madre, a la abuela, el niño…
Aunque es verdad que el papel que tiene la madre es el mas importante desde el principio y en ningún momento conoceremos su nombre, siempre va a ser “madre”
No es un libro para aquellos que busquen una historia llena de giros, o que estén pasando cosas continuamente, es una novela de personajes, una novela para los que les gusten las historias familiares del día a día, no me gusta comparar pero me ha recordado un poco la historia a los “Ingratos”.

"Para qué las cosas terminen hay que atravesarlas. Si algo se esquiva, sigue ahí. Si algo se atraviesa, se disipa."

“Quiero ser lo que mi abuela fue para mi”
“El amor es saber quién es el otro a pesar de lo que los demás creen que es, a pesar de lo que él mismo dice ser”
“Un día vas a creer que el amor es eso: compartir un espacio haciendo cosas distintas.”

"Tú siempre estás a punto y el mundo se retrasa. Y de qué te sirve, dime, estar ya preparada. Te sirve para impacientarte. Ansiosa".

Los nombres propios es un libro sobre Marta, pero también sobre tí. Sobre mí. Sobre mi hermana. Sobre mis amigas. Sobre todas las millenials. Es un retrato generacional desde la vivencia propia, que representa vivencias colectivas.

Las figuras parentales ("Mamá siempre está en casa. A papá lo ves poco y cuando lo ves, te deslumbra. Mamá está todo el tiempo, así que no la ves"), las primeras relaciones ("Te preguntas siempre: le gusto yo? y nunca: me gusta a mí?"), el sexo ("El sexo es algo que ellos hacen; a tí, te sucede"), la gestión emocional ("Te sientes como si te hubieras quedado a medias. Quedarse a medias emocionalmente: debería ser un concepto").
Su gran triunfo es que consigue poner palabras a sensaciones, olores, recuerdos que no son los tuyos, pero un poco si. No es tu historia, pero en algún punto, también lo es.

Poco más que decir. Porque el resto es mejor descubrirlo por tí misma.

Sólo haré un pequeño spoiler: acabarás este libro con una sonrisa en la cara.

📚 Los nombres propios
♀ Marta Jiménez Serrano
📱 Aldiko

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Qué Historia tan bonita. ¿O se le puede llamar relato largo? ¿O se le puede llamar novela de la infancia?¿ de mi infancia? ¿ de tu infancia ? Este libro cayó en mis manos porque la reseña de @queleepaula me encandiló y a pesar que en un principio no me llamaba la atención, ha superado mis expectativas.

El título de Los nombres propios es el mejor título para dar nombre a esta novela, porque hay tantas palabras que a veces no bastan para poder describir la belleza de nuestra vida. Si, aunque suene cursi.

Si pudiera decir de qué va esta novela, lo resumiria usando la palabra infancia. La narración de Marta Jiménez ha conseguido que recordara cosas que había olvidado. Sentimientos, olores, sensaciones que solo disfrutamos , sin saberlo, cuando somos pequeños. Los grumos del Colacao, como quema el cemento después de salir de la piscina, el olor del tomillo fresco, jugar con tus hermanos, el rey león, tu abuela cortando cebolla y cocinando.

Además de sacarme una sonrisa, me sacó más de una lágrima. Ha hecho que me reencontrara con mi yo de niña y me recordó mucho a los veranos en casa de mi abuela. Y aunque no se puede describir porque todos tenemos una historia diferente, Marta Jiménez consigue que te sientas identificada con la Marta de la novela, más de lo que crees. Y es lo que me ha enamorado.

Tenéis que leer esta novela. Es tan bonita. Tan pura, escrita con el corazón. Que necesitáis hacerle un hueco en el vuestro.

✴ ¿ Conocéis la novela o la autora?
✴ ¿ Que otros libros os recordaron la infancia?

No es raro que niños con una gran imaginación tengan durante su infancia un amigo imaginario. Esto es lo que le sucede a Marta, la protagonista y también autora de esta novela con tantísimo encanto y que toca tanto el corazón de aquellas que nacimos en los 90. Belaundia Fu no es sólo la amiga imaginaria de la Marta de nueve años; es quien, además de acompañarla y escucharla, se encargará de narrarnos su vida de una forma tan íntima que sentía que me estaba hablando a mí. Y es que Belaundia también aconseja a Marta de sus decisiones -no siempre acertadas- y el por qué de sus reacciones y sentimientos.

“Los nombres propios”, de @sextopisoeditorial, se define como una novela de autoficción, pero hace tiempo que no sentía una historia ajena como propia y real. La prosa poética de esa voz interior que es quien mejor la conoce es perfecta para el ejercicio de introspección que #MartaJiménezSerrano hace para definir las múltiples Martas: la Marta niña que pasaba los veranos en casa de los abuelos con su familia, la Marta adolescente y su pandilla de amigos, la Marta universitaria que busca la independencia fuera del hogar y la Marta adulta, la que empieza a echar de menos aquello que dio por hecho en su infancia. Es así como en este relato de una vida que crece y se expande lejos ya del aura de protección familiar, Marta encuentra su propia voz, la capacidad de tomar las riendas de sí misma y de prescindir de una voz ajena como Belaundia Fu para contarla.

Emociona reconocerse en la infancia de Marta, en el posterior miedo al futuro y a los cambios, y en el momento exacto en el que comenzamos a mirar con nostalgia la época en la que todo era más fácil... Y en especial la relación tan bonita, especial y única que es un homenaje precioso a aquellas mujeres que deberían ser eternas: las abuelas.

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Este libro lo leí en lectura conjunta de Yai y de Rebe. Fue un libro que disfruté muchísimo y es perfecto para esta época del año. A través de la voz de Marta y de Belaundia Fu, que es la amiga invisible de Marta, conocemos la historia de esta última. Belaundia Fu es esa voz que a veces se transforma en nuestro objetor de consciencia, con quien mantenemos diálogos y le contamos todo. Nos adentramos en un viaje de cómo Marta se va conociendo, creciendo y vemos cómo se va formando su identidad.
Con esta historia viajamos a los veranos infantiles y juveniles de cualquiera de nosotrxs, a esos días larguísimos de sol, piscina o playa y de quedar con lxs amigxs y hacer mil planes. Te emocionas con la relación que tiene con su abuela. Es una historia en la que parece que retrata la infancia o la adolescencia de cualquiera. Es un libro muy bonito, muy tierno y que recomiendo leerlo. Te queda el corazón estrujado para bien.

Este libro es simplemente ineludible. La manera de narrar una historia que podría ser la de cualquiera es increíble. La forma en que la autora es capaz de llevarme de nuevo a mi infancia, a mis veranos adolescentes, a mis etapas de autoconocimiento... magistral.

La voz de Bealundia Fu, hablando al "tú" de Marta, bien podría estar hablándome a mí. Cierto que no pasamos las mismas situaciones exactamente, pero mil cosas, mil detalles que son un mundo, eran un espejo en el que pude ver reflejadas situaciones universales.

Tampoco puedo olvidarme comentar que tenemos entre las manos un homenaje a la figura de la abuela. Esa abuela amiga que es el pilar constante de nuestras vidas, en muchos casos. Yo no he tenido esa misma relación, pero sí que me ha conmovido en lo más hondo.

En fin, que si lo tenéis en pendientes, no dejéis pasar demasiado tiempo para conocer a Marta.

Nada de lo que yo escriba aquí le va a hacer justicia a este libro, así que por si acaso, desde ya, os digo que lo leáis. Que lo leáis porque es precioso, emocionante, diferente, directo, real. Fue mi mejor lectura de octubre y probablemente sea una de las mejores del año.

La historia de Marta fue un flechazo, conexión desde la primera página. Y es que tiene una voz narradora arriesgada y valiente, pero muy conseguida, me ha parecido muy muy original. Me ha sorprendido muchísimo que esa voz funcione tan bien durante todo el libro. Y es que a Marta le está hablando alguien que forma parte de ella, que le ayuda a nombrar lo que aún no conoce, esos nombres propios que le van a hacer ir comprendiendo el mundo, que le acompaña en su crecimiento personal, que le aconseja, que se funde con las diferentes Martas que conviven en ella y que le acompaña en su camino por la vida.

Yo no sé si ha sido su forma tan especial de usar las palabras, la nostalgia y emoción que desprende cada página, el viaje a mi propio pasado, esos personajes tan entrañables, su abuela... o la mezcla de todo esto. El caso es que me ha encantado y os lo recomiendo muchísimo. No puedo decir nada más. Gracias Marta por escribir esta historia tan bonita 🤍

Todas nos hemos mirado alguna vez al espejo y nos hemos preguntado quiénes somos. Es intrínseco a la naturaleza humana. ¿Dónde reside nuestra identidad? ¿Quién y qué ha conformado lo que somos hoy en día? ¿No somos, al final, trocitos de lo que nos rodea?

De esto trata «Los nombres propios».

En esta novela, vemos la evolución de la protagonista desde su infancia hasta el final de sus veinte. El mayor punto de originalidad reside en cómo está contada: en una segunda persona que increpa, pregunta, sentencia y consuela. Una segunda persona conformada por la amiga imaginaria de la infancia de la protagonista: Belaundia Fu. 

De esta manera, a modo de “pepito grillo”, la autora conforma un relato repleto de pensamientos y reflexiones sobre la identidad, sobre qué (y quién) configura lo que somos. Es un relato nostálgico y emocional, que disecciona a su protagonista en su camino de crecimiento hacia la madurez, hacia la independencia emocional.

Todo ello se relata con un estilo lírico que se vale mucho (demasiado en ocasiones) de repeticiones y reflexiones entremezcladas con la narración. Está lleno de paralelismos en las diferentes etapas vitales en las que se divide el relato, por lo que vamos viendo cómo la protagonista madura, cómo cambia su parecer en cosas tan simples como bailar con su padre en una boda.

Lo que aquí se cuenta es costumbrista y cotidiano. Me ha resultado un retrato fiel de las diferentes etapas de la vida, pero es quizá ese el mayor problema de esta novela: que depende de la identificación que sientas con la protagonista para que te termine de llegar. A mí, por ejemplo, la parte de la infancia y de los “casi-30” me llegó muchísimo, pero el resto me dejó más fría al no verme reflejada en sus experiencias. Por tanto, no puedo decir que haya conectado con esta historia como me hubiese gustado.

Sin duda, es una autora que disfruto mucho más en su faceta de historia corta. Para mí «No todo el mundo«, su trabajo más reciente, fue un 10/10. Este se me queda cojo, sí (también es una primera novela), pero no quita que me lleve dentro algunas de sus reflexiones y fragmentos como oro en paño.

Los nombres propios es una novela original por como está narrada. Desde la niñez vamos siguiendo a Marta, la protagonista de esta historia, en su proceso de crecimiento y cómo, a medida qué pasa el tiempo y vive experiencias, se va nombrando a las cosas por su propio nombre. Incluso a los personajes se les despoja de su nombre, no sabremos cómo se llaman hasta el final.

Hasta entonces, conoceremos a la 'madre', la 'abuela', el 'niño', Simba (la hermana), etc.

Destacar con qué importancia se trata el papel de la madre, siendo el punto central de toda la familia. La madre sigue siendo la madre hasta el final, desapareciendo así 'la persona', 'la mujer', en favor de la madre, la cuidadora.

Los pasajes en los que se recuerdan los veranos en el Huerto con la abuela son preciosos, con ese regusto de melancolía y alegría de la propia infancia. Hace que evoques a tus propios abuelos y tu propia infancia. Toda la narración hace que te sientas identificada con Marta porque al fin y al cabo, todas hemos pasado por una pérdida, un duelo o un desengaño.

La autora tiene una sensibilidad especial para contar cómo se sienten los personajes y nos transmite a través de un lenguaje muy bien elegido esos sentimientos, el amor, el desamor y la vida.

"Para qué las cosas terminen hay que atravesarlas. Si algo se esquiva, sigue ahí. Si algo se atraviesa, se disipa."