Quizá por eso reconozco entonces el sentimiento: la tristeza. La pena más profunda, la que encoge el alma y te hace creer que nunca podrás recuperarte. La que te ancla a la realidad y a la oscuridad al mismo timepo, como cadenas invisibles que cortan tu capacidad de volar tan lejos como quieras. Es la tristeza de la desesperanza, del futuro arrebatado, de la seguridad de que solo queda pesar.
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