Un mundo feliz

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La sociedad que nos presenta el autor es realmente escalofriante ya que la natalidad está controlada y se reproduce como si fueran objetos industriales. Además que son condicionados desde el nacimiento y les proporcionan todo lo que deben desear dependiendo de su estatus de nacimiento.
Dentro de esta sociedad, la clase alta o Alfas, encontramos a nuestro protagonista que empieza a plantearse si realmente lo que tiene es realmente felicidad o es todo artificial. Por ello, sus iguales le tratan como un fallo durante su producción.
No solo habla del condicionamiento humano sino también de la sociedad consumista. Dependiendo de cada clase es mayor o menor ese consumismo. Y lo más peligroso y chocante, para el lector, es esa idea de que si te pasa un simple pensamiento no feliz puedes acudir a las drogas, en esta ocasión llamada SOMA, para relajarte y poder llegar.

Al comienzo todo es bastante caótico en la lectura ya que se nos presenta la sociedad muy científicamente, intercalando partes muy muy densas con otras partes más rápidas de diálogos. Y en cuestión de una línea has cambiado de lugar y personajes. Pero todo ello es para mostrarnos esas frases que condicionan a los personajes.
Y aunque se explica bien el funcionamiento de esta nueva sociedad, no se explica lo que les llevo a crear esta sociedad y el por qué de algunos actos o rituales que llevan a cabo.

Como a mitad de libro nos encontramos que en esta sociedad hay gente que no está modificada ni condicionada, los llamados salvajes. Estos salvajes sería como nuestra sociedad actual, con sentimientos primarios, llevados por las ideas políticas y religiosas anteponiéndose a la persona. Entre estos salvajes encontramos a John, un chico distinto que por una serie de circunstancias acaba en una ciudad condicionada. Todo cambio es bueno pero para John no lo es.

En cuanto aparece el salvaje se nos empieza a mostrar el verdadero mensaje del libro. Que es nada más ni nada menos que si siendo uno mismo podemos ser felices o tenemos que seguir una serie de directrices iguales a todos para serlo. Sí podemos huir de los problemas a través de las drogas.
Lo más duro es ver tan real esta historia en nuestra sociedad actual, aunque había situaciones bastante divertidas o chocantes respecto al interés sexual, sobre todo en menores.


En conclusión, una distopia que pone en ocasiones los pelos de punta por lo real que puede parecer algunas cosas de la actualidad. En momentos se hace pesado porque tiene que explicar mucho la sociedad, pero en otras se quedan muchos interrogantes abiertos.
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Me agradó este libro, por como se puede ver el avance de la tecnología para lograr un futuro irreal, fuera de los alcances de lo humano y la dirección que esta tiene sobre la sociedad en la que se desempeñan. Es relevante destacar que en este mundo futurista se van perdiendo la diversidad cultural y el núcleo familiar puesto que la sociedad es una contradicción a cómo se vive ahora.

Si bien se trata de una novela futurista o distópica, cuando lees Un mundo feliz, te da la impresión de estar en el presente, o en un futuro no muy lejano, ya que nos sumerge en un mundo dirigido por la tecnología, claro que en esta obra la tecnología se desarrolla hasta el punto de crear seres humanos en probetas y otras cosas que cambian radicalmente la sociedad, la convierten en una sociedad más organizada, pero a la vez más fría, a las personas más alejadas de su propio instinto y de la naturalidad y el caos que por suerte seguimos conservando. Un mundo feliz es una obra que nos hace reflexionar en torno a la idea del conocimiento, del desarrollo de la sociedad, de los sistemas que han regido en el mundo, y nos hace preguntarnos algo en repetidas ocasiones ¿ignorar es un requisito para ser felices?