Me relajo sobre su cuerpo y escucho, por primera vez en mi vida, el sonido de una voz.
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Me relajo sobre su cuerpo y escucho, por primera vez en mi vida, el sonido de una voz.
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Al verme, sonríe. Y ya está. Lo único que ha hecho ha sido sonreír, pero de repente me arde el pecho y noto como si una ola de calor me estuviera recorriendo el cuerpo entero. Reconozco la sensación, y eso no es bueno. Nada bueno. No me sentía así desde los diecinueve años. Desde que empecé a sentir algo por Maggie. |
Dedico la siguiente media hora a recordarme lo mucho que la he echado de menos. Me recuerdo cuánto la quiero. Me recuerdo lo bien que me siento cuando estamos juntos. Me lo recuerdo una y otra vez, porque durante esta última semana he sentido como si estuviera empezando a olvidarlo.
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¿Estoy lista para sumergirme en una vida tan cómoda con él? ¿Una vida en la que yo doy clase todo el día mientras él calcula los impuestos de otra gente, y luego volvemos a casa, yo preparo la cena y le llevo «cervecitas» mientras él apoya los pies en la mesita de café y me llama «nena»?
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Una oda de Friedrich Schiller se escucha al final de su última sinfonía cantada por un coro.