desesperado espero en esta orilla. Pero transcurren lunas y más lunas, aumenta de mirada mi deseo |
desesperado espero en esta orilla. Pero transcurren lunas y más lunas, aumenta de mirada mi deseo |
No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. |
Hoy estoy sin saber yo no sé cómo, hoy estoy para penas solamente, hoy no tengo amistad, hoy sólo tengo ansias de arrancarme de cuajo el corazón y ponerlo debajo de un zapato. |
No puedo con mi estrella. Y me busco la muerte por las manos mirando con cariño las navajas, y recuerdo aquel hacha compañera, y pienso en los más altos campanarios para un salto mortal serenamente. |
Me sobra corazón. Hoy descorazonarme, yo el más corazonado de los hombres, y por el más, también el más amargo. No sé por qué, no sé por qué ni cómo me perdono la vida cada día. |
Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin qué ponerse, hambriento y sin qué comer, y el día de hoy amanece justamente aborrascado y sangriento justamente. |
Hoy el amor es muerte, y el hombre acecha al hombre. |
Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta. |
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. |
Donde voy, con las mujeres y con los hombres me encuentro, malheridos por la ausencia, desgastados por el tiempo. |
¿Para qué viajan Fray Guillermo y Adso a la abadía benedictina?