Ni eso ni ninguna otra cosa, en realidad. No cabía duda de que el cerebro había empezado a fallarle hacía tres días, cuando Olive había decidido que besar a aquel hombre para salvar su trasero era buena idea.
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Ni eso ni ninguna otra cosa, en realidad. No cabía duda de que el cerebro había empezado a fallarle hacía tres días, cuando Olive había decidido que besar a aquel hombre para salvar su trasero era buena idea.
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Empiezo a preguntarme si estar enamorada es esto: que no te importe hacerte pedazos para que la otra persona pueda permanecer entera.
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- ¿A ver si va a ser que tú sacas lo mejor de mí?
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En serio, qué bien olía. Y era divertido, aunque de una manera extraña, socarrona; y sí, también era un reputado imbécil, pero lo bastante simpático como para que Olive pudiera ignorar ese rasgo suyo. Además, se estaba gastando una pequeña fortuna en azúcar para ella. De verdad, no tenía ninguna queja.
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Rara vez me fijo en los chicos y no sé por qué me fijo en ti, o en tu pelo, o en tu ropa, o en lo alto y fuerte que eres. De verdad que no lo entiendo. Nunca me importa. En general.
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- Fantástico. Sería realmente fantástico. Ol, que orgulloso estoy de ti. Y tu madre también lo estaría.
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Él adoptó una expresión pensativa y se cruzó de brazos sobre el pecho. Apenas había pasado un día desde la última vez que habían hablado pero, por lo visto, había sido suficiente para que Olive se hubiera olvidado de su... su presencia. O de lo que fuera que hacía que se sintiera pequeña y delicada cada vez que estaba cerca de él.
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- Cualquiera haría cualquier cosa por salir contigo Ol. Porque eres increíble.
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- Porque besar a un desconocido a medianoche en un laboratorio de ciencias podría ser señal de que te pasa algo.
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No siento ninguna atracción sexual a menos que la persona llegue a gustarme y a parecerme de fiar y, por alguna razón, eso no pasa nunca.
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Gregorio Samsa es un ...