La historia de la ética es un triste relato de ideales maravillosos que nadie cumple.
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La historia de la ética es un triste relato de ideales maravillosos que nadie cumple.
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La consistencia es el campo de juego de las mentes obtusas.
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¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?
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A pesar de las cosas asombrosas que los humanos son capaces de hacer, seguimos sin estar seguros de nuestros objetivos y parecemos estar tan descontentos como siempre. Hemos avanzado desde las canoas a los galeones, a los buques de vapor y a las lanzaderas espaciales, pero nadie sabe adónde vamos. Somos más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder. Peor todavía, los humanos parecen ser más irresponsables que nunca.
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Mientras que nosotros y los neandertales somos al menos humanos, nuestros herederos serán como dioses.
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La historia de la ética es un triste relato de ideales maravillosos que nadie cumple.
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Algunos científicos serios sugieren que hacia 2050 algunos seres humanos se convertirán en amortales (no immortales, porque todavía podrán morir de algún accidente, sino amortales, que significa que en ausencia de un trauma mortal, su vida podría extenderse indefinidamente.
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Cuando la ciencia empezó a resolver un problema insoluble tras otro, muchos se convencieron de que la humanidad podía solucionar todos y cada uno de los problemas mediante la adquisición y aplicación de nuevos conocimientos. La pobreza, la enfermedad, las guerras, las hambrunas, la muerte misma, no eran el destino inevitable de la humanidad. Eran simplemente los frutos de nuestra ignorancia.
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Pero siempre ha habido un abismo entre las teorías teológicas y las realidades históricas. A la mayoría de la gente le ha resultado difícil digerir completamente la idea monoteísta. Han continuado dividiendo el mundo en "nosotros" y "ellos", y considerando que el poder supremo del universo es demasiado distante y ajeno para sus necesidades mundanas. Las religiones monoteístas expulsaron a los dioses por la puerta delantera con mucha alharaca, solo para dejarlos entrar de nuevo por la ventana lateral. El cristianismo, por ejemplo, desarrolló su propio panteón de santos, cuyo culto difería poco de los de los dioses politeístas.
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El género es una carrera en la que algunos de los corredores compiten solo por la medalla de bronce.
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: