Flojito, flojito este tomo. Un John Byrne que todavía cree que estamos en los años 70 crea una historia cuya premisa arranca con cierto interés (Hulk es controlado mentalmente por un villano que lo obliga a cometer atrocidades, a destruir ciudades y a asesinar a inocentes), pero que deriva con el avance del tomo y se vuelve aburrido, repetitivo, inconsistente y prescindible. Luce más en estantería que como lectura. Para olvidar. Ah, y un mini cómic final, a modo de extra, absolutamente prescindible con un Hulk cartoon. |