¡Yo misma he matado a mi hijo!
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¡Yo misma he matado a mi hijo!
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Maldito sea mi padre, que me dejó su sangre de padre de cien hijos. Maldita sea mi sangre, que los busca golpeando por las paredes.
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Dile a tu marido que piense menos en el trabajo. Quiere juntar dinero y lo juntará, pero ¿a quién lo va a dejar cuando se muera?
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Yerma: ¿y qué buscabas en mí? Juan: a ti misma. Yerma: ¡Eso! Buscabas la casa, la tranquilidad y una mujer. Pero nada más. ¿Es verdad lo que digo? Juan: Es verdad. Como todos. |
Los hijos llegan como el agua.
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¿Cuáles fueron las primeras influencias que distinguen la lírica del autor?