Un viejo en el mal sentido no es alguien que fue joven, sino alguien que no tiene nada que ver con el joven que fue: que ha roto consigo mismo y que se ha vuelto, de repente o casi de repente otro. (…) En el buen sentido, sencillamente es una persona que ha vivido más. Sólo eso. Y escucharla no es como leer un libro, sino algo mucho más ágil, más alegre o más triste, más humilde también.
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