No hay que avergonzarse de las lágrimas, las lágrimas son el testimonio de que un hombre tuvo coraje, tuvo el valor de sufrir».
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No hay que avergonzarse de las lágrimas, las lágrimas son el testimonio de que un hombre tuvo coraje, tuvo el valor de sufrir».
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Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad humana - la libre elección de la acción personal ante las circunstancias - para elegir el propio camino.
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El amor es la única vía para llegar a lo más profundo de la personalidad de un hombre.
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El hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado a esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Israel en los labios.
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Un gran libro totalmente diferente a ninguno que hayas leído sobre este tema. En este libro el autor es el protagonista y nos cuenta su estancia en 4 campos de concentración pero todo desde un punto de vista psicológico. El autor quiso publicar su libro con su numero de prisionero 119104- Viktor era medico y pudo ir a EEUU pero se quedó en Alemania para no dejar solo a sus padres. El prisionero pasa por varias fases, el shock inicial, durante en cautiverio, en la liberación y justo después de esta. LLama la atención cuando cuenta que el hombre realmente puede adaptarse a casi cualquier cosa, comer poco y mal, el frío, el trabajo... lo único que se puede controlar es la mente. Esto es lo que diferencia a unos prisioneros de otros, de que vivieran o murieran, su mente. De hecho cuando mas gente murió fue en la navidad de 1944 por que muchos soñaron con vivirla en casa. En el libro no hay ni una palabra de rencor, ni de odio, escribir el libro le costo una semana y fue su duelo por lo vivido. Me ha sorprendido mucho que cuando fueron liberados no sintieron felicidad por que habían olvidado como era sentirla. Un libro corto con dos partes, la primera todo lo vivido y después todo más tecnológico y más dirigido al mundo psicológico. recomiendo mucho la lectura de este libro para comprobar que la mente es más fuerte que nuestro cuerpo y que hay que tener metas en la vida, visualizarse haciendo esas cosas pero sin una fecha en concreto. + Leer más |
Los que hemos vuelto de allí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros —como cada cual prefiera llamarlos— lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron.
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Las únicas excepciones eran las de aquellos que habían perdido la voluntad de vivir y querían "disfrutar" de sus últimos días. De modo que cuando veíamos a un camarada fumar sus propios cigarrillos en vez de cambiarlos por alimentos, ya sabíamos que había renunciado a confiar en su fuerza para seguir adelante y que, una vez perdida la voluntad de vivir, rara vez se recobraba.
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Mientras esperábamos a ducharnos, nuestra desnudez se nos hizo patente: nada teníamos ya salvo nuestros cuerpos mondos y lirondos (incluso sin pelo); literalmente hablando, lo único que poseíamos era nuestra existencia desnuda.
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Aquellos que tienen un 'porqué' para vivir, pueden soportar casi cualquier 'cómo'
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Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: