La señora Potter no es exactamente Santa Claus

Tenía muchas expectativas con este libro pero la cosa no ha salido bien. Este libro no ha sido para mi y eso que la historia prometía y he continuado hasta el final porque me picaba la curiosidad.
El problema ha radicado principalmente en la escritura que me ha parecido caótica y muchas veces sin sentido de la autora. Dando detalles que poco importan o no afectan a la trama.
Me hubiera gustado que me encantara pero no ha sido así y bien que lo siento porque un pueblo como el que se describe en el libro, con ventiscas y nevadas todo el año es mi paraíso ya que no soporto el calor y era un soplo de aire fresco para estos calores adelantados que estamos teniendo.

Un experimento narrativo sin parangón y una experiencia lectora incomparable, eso es La señora Potter no es exactamente Santa Claus. La novela de Laura Fernández ganadora del premio Ojo Crítico de Narrativa 2021 partía con unas credenciales más que interesantes.

Y así comenzó realmente la lectura, como una experiencia brillante, un estilo narrativo originalísimo, imposible de definir sin experimentarlo, alocado, disparatado, llena de frases magnas sin fin, con múltiples interjecciones y onomatopeyas intercaladas, pensamientos aleatorios, saltos temporales y giros narrativos rozando lo fantasioso e inverosímil en cada una de sus páginas.

Imposible también, definir una trama cargada de personajes a cada cual más disparatado y de un pueblo donde pasa absolutamente de todo, una trama alejada de toda lógica y tradicionalidad. ¿Qué de qué va la novela? Pues… no sabría ni explicarlo, por ratos parece que ni historia hay, solo una serie de sucesos bizarros que rozan lo cómico pero sin un avance argumental, una carcajada continua en un sinsentido que parece delicadamente montado para transmitir la locura que precisamente estamos percibiendo.

Todo seguía pintando muy bien, y es de hecho una novela que no me cansé de recomendar en su primera mitad, tanto como experiencia diferente como por disfrute literario. Pero,  sintiéndolo mucho, al final para mí, en su conjunto, ha sido un auténtico fiasco. Y es que lo histriónico, delirante y absurdo gusta, ameniza, hace reír, pero hasta cierto punto. La novela está estirada en demasía, sus casi 800 páginas de todo el rato la misma locura, cansan y llegan a provocar el efecto contrario al esperado a su inicio, aburren. Y tras el aburrimiento, llega la desgana, y tras la desgana el rechazo.

A pesar de todo ello, recomiendo probar esta experiencia lectora y premisa tan original, quizá seáis de los que la aman hasta el final. Mención especial también al audiolibro, si tenéis el gusto de disfrutarlo todo o en parte, me quito el sombrero ante una lectura impecable de @lola.sans de un texto a priori tan complicado de transmitir.

¿Y vosotros, habéis tenido el gusto de conocer a la señora Potter?

 

Kimberly Clark Weymouth es una pequeña y desapacible ciudad, azotada constantemente por ventiscas de nieve, siempre helada. Hace años, una escritora pasó por allí y escribió La señora Potter no es exactamente Santa Claus, un libro que se convirtió en un clásico infantil. A Randal Peltzer, uno de los habitantes de la ciudad, se le ocurrió abrir una tienda de souvenirs dedicada en exclusiva a ese libro y sus personajes y desde entonces, la ciudad recibe asiduamente turistas lectores en busca de un recuerdo de la señora Potter. Pero hoy en día esa tiendecita de recuerdos del libro pertenece a Billy, el hijo de Randal Peltzer y está cansado de cargar con un futuro que nunca quiso, está decidido a cerrar la tienda y marcharse de la ciudad. ¿Se lo permitirán los lugareños?, ¿se lo permitirá la propia ciudad? Kimberly Clark Weymouth no era nada antes de la señora Potter y si Billy Peltzer se marcha en qué se convertirá, tal vez en NADA otra vez y eso no lo van a consentir.

Decir cómo escribe Laura Fernández es difícil, su narrativa es singular. Ágil de lectura, sonora (literalmente), no es compleja ni recargada, pero leerla es una locura. Decir a que género pertenece esta novela es imposible, es una novela coral repleta de personajes extraordinarios, encontraremos de todo: escritores, aficionados a las maquetas de ciudades, vendedores de casas, periodistas, policías, pintores, vendedores de armas, madres ausentes, fantasmas y muchísimas cosas más, hasta un crimen sin resolver. Un mundo creado por la imaginación desbordante de esta autora en el que me he sentido como una ardillita dentro de un nogal inmenso, corriendo acelerada de rama en rama, yendo a una punta a recoger una nuez, saltando a otra rama en busca de otro pequeño fruto y volviendo una y otra vez a las ramas principales porque esta novela está poblada de un sinfín de historias entrelazadas y ahí radica la maestría de Laura Fernández, en lograr que no me haya perdido ni una sola vez en este trajín incesante de historias y personajes.
Está ambientada en la pequeña ciudad ficticia de Kimberly Clark Weymouth, un sitio que todos querríamos visitar pero en el que no nos gustaría vivir. Un montón de habitantes cotillas, obsesionados con una serie de televisión de detectives, se creen en la obligación y el derecho de espiar a todo el mundo, no puede pasar nada sin que toda la ciudad lo sepa de inmediato. Siempre nevada, con la decoración navideña en marcha para dar el ambiente deseado a los turistas vayan en la época que vayan, podría parecer atractiva pero una vez la visitas, te das cuenta de lo despiadada que es esa ciudad con aquel que se aleja de las las normas establecidas.
Trata infinidad de temas como la relación entre madres e hijos, sueños nunca cumplidos, el amor y el desamor, el arte como modo de escape, la soledad, pero lo que más me ha llamado la atención es como muestra a los escritores, sus excentricidades, sus manías, sus egos, en esta novela aparecen unos cuantos y yo creo que esta autora piensa que a todos los escritores les falta un tornillo, ella incluida.
Rumores incesantes y malentendidos dan lugar a situaciones realmente divertidas en las que no he reprimido las carcajadas, sin embargo, trasciende un aire melancólico, una ternura que te hace desear que todo acabe bien y que todos esos personajes maravillosos encuentren el camino a la felicidad.

CONCLUSIÓN
"La señora Potter no es exactamente Santa Claus" de Laura Fernández es un viaje vertiginoso dentro de un mundo único, entre la realidad y la fantasía, poblado de personajes luminosos, de historias tiernas y emotivas que me ha hecho disfrutar de lo lindo con su lectura y sin duda os recomiendo.

Tenía ganas de esta novela, pero me ha decepcionado un poco. Una vez que te acostumbras a cómo está escrita es más facil de llevar. Pero aún así no sé qué es lo que he leido. Los personajes son extraños y sus relaciones más todavía. Me he llegado a perder varias veces en la lectura. No lo aconsejaría.

Si tuviera que otorgarle un adjetivo a La Señora Potter no es exactamente Santa Claus, sería complejo. Una lectura compleja, una trama compleja y personajes que más que complejos, son de lo más excéntricos. Tengo sentimientos encontrados hacia este libro, ya que la primera mitad me ha fascinado por completo, sin embargo, la autora crea unas expectativas tan grandes sobre todo lo que está ocurriendo, que el final se me ha quedado bastante flojito.

Aun así, diría que es una lectura realmente original, para disfrutarla poco a poco y sin prisa. Ha sido una sorpresa muy bonita encontrar un libro tan diferente y tan difícil de catalogar, recorriendo las límites de la realidad y el surrealismo, a veces cómico incluso.

Para todos aquellos que lean esto, les animo a darle una oportunidad al libro, puede parecer difícil de leer y algo denso, pero es cierto que no te deja indiferente.

Es una historia muy diferente y original, me gustó mucho la portada,aunque me costó un poco entrar en la historia .

Un estilo especial de narrar. Te va llevando a muchas historias pareciendo que te pierde un poco pero luego te devuelve a la historia.
Parece que estás allí explica muy bien como es el pueblo y lo que ocurre allí. Las nevadas ese cielo blanco continuamente. Un lugar que no cambia.
Los personajes no pueden ser más estrambóticos ,pero muy bien definidos. Todos metidos en sus propios mundos. A todos les pasan cosas muy curiosas. Es difícil ser madre pero también hijo. Un sinfín de sentimientos cuando vas pasando por las familias.

Tengo que decir no es un mibro facil en ocasiones es un poco pesado.

Kimberly Clark Weymouth una ciudad fría y desangelada,conocida por ser el lugar donde una conocida escritora, Louise Feldman ambiento el clásico infantil La señora Potter no es exactamente Santa Claus. Eso hizo que Randall abrirse una tienda de souvenirs. Ahora su hijo la quiere cerrar. Un agente inmobiliario Stumpy sueña con vivir allí por el cuento. Una vez allí es el quien ve posible la venta del local donde está la famosa tienda.

Me ha gustado a ratos
No se si lo recomendaria no es un libro para todo el mundo, es largo. El estilo muy particular. Parrafos-frases que en ocasiones te encuentras sin saber de donde venias.

Aún estoy reposando esta monumental obra tan difícil de clasificar y que ha sido escrita a lo largo de cinco años. Si decidís adentraros en Kimberly Clark Weymouth, la invernal ciudad ficticia donde se desarrolla la novela, me entenderéis y no tardaréis en comprender los elogios y el éxito que el libro está cosechando.

‘La señora Potter no es exactamente Santa Claus' es la novela más ambiciosa que he leído este año. Desde la primera página desprende una personalidad abrumadora con su atípico estilo narrativo; un texto repleto de frases largas e imposibles, onomatopeyas y diálogos desconcertantes. Nos narra la historia de una ciudad donde siempre nieva y donde todo el mundo se conoce. Esta ciudad es enormemente conocida y visitada, al ser el escenario en el que una escritora ambientó el libro navideño que la hizo famosa, y veremos cómo este hecho ha afectado a los peculiares vecinos que allí viven, sus sueños e inquietudes.

Con esta premisa Laura Fernández crea un divertido, absurdo y dramático universo donde se mueven más de 50 personajes, todos únicos y muy bien definidos; Laura nos lo pone fácil y pese a la complejidad de la obra no se hace difícil seguir el ritmo, gracias al uso recurrente de repeticiones y a la singularidad de los protagonistas.

Una novela exigente pero muy gratificante y asombrosa en su derroche de personalidad e imaginación. Todo un descubrimiento muy recomendable para leer ahora en invierno y dejarse llevar en este vivo y gélido mundo que la autora ha construido alejado de cualquier normalidad.

Tenía muchas ganas de adentrarme en esta lectura, así que una propuesta en Instagram y encontrarlo tirado de segunda mano fue el empujón que me faltaba.

Nos vamos de cabeza a una pequeña ciudad cubierta de nieve: la desapacible Kimberly Clark Weymouth. Es aquí donde la autora Louise Feldman ambientó su clásico infantil, que se llama como el libro que reseño.

Gracias a la fama que alcanza el clásico, el pueblo es visitado cada día por turistas que son fans del mismo… y una parada obligatoria es la tiendita de souvenirs, propiedad de Randal Peltzer.

Randal es uno de los chorrocientos personajes que encontraremos a lo largo de esta historia; y es que si hay algo que puedo decir de ella es: ¡qué libro más raro!

Ya de entrada nos encontramos una narración súper peculiar y distinta, jamás había leído nada así, con tantísimas expresiones en cursiva, entre paréntesis, comillas… me costó cuatro capítulos acostumbrarme porque no sabía muy bien con qué entonación mental tenía que leerlo (no sé si me explico, los que lo hayan leído me entenderán).

Nunca, jamás, he necesitado tanta atención y concentración para leer.

Cuesta bastante hacerse a la forma de narrar, de hecho entiendo perfectamente a la gente que lo ha abandonado sin piedad… pero es pillarle el punto. Y que ese punto te mole.

La novela está llena de personajes distintos y rocambolescos, que nos hacen ir paseando por ese pueblito y por sus historias absurdas; esto es algo que lo hace muy televisivo, muy de serie ambientada solo en un barrio o pueblo (de hecho, me recordó –salvando las distancias- a Doctor en Alaska, serie QUE AMO), con su narrador que nos va contando el día a día de la-desapacible-Kimberly-Clark-Weymouth y sus habitantes.

Si bien es un libro que merece la pena, ya sólo por cómo está escrito, que, de verdad, mis respetos, según va avanzando sí es cierto que no nos cuentan nada relevante. Y la trama avanza y avanza… ¿hay trama?... nos van dejando piezas que poco a poco van uniendo este rompecabezas (¡ja!)… pero me dio la sensación de que no acabó de unirse.

¿Sabéis eso de “lo poco gusta y lo mucho cansa”? Creo que es lo que me ha pasado con este libro.

Me gustan mucho las tramas cotidianas, en las que “no tiene por qué pasar nada”, pero cuando ves que avanzas y te queda un tercio y todo sigue sin tener pies ni cabeza… miedo. Porque al final te da la sensación de que “estás perdiendo el tiempo”; o no, no lo sé.

Creo que es un ejercicio de escritura brutal, pero también entiendo que es un esfuerzo importante para el lector. Ojo, no veo esto algo negativo en absoluto, de hecho no me arrepiento de leerlo, tiene partes súper divertidas y creo que es una de las lecturas más raras de mi vida, totalmente fuera de lo que suelo leer. Y esto me gusta.

Aún con ello, no es una lectura que recomendaría a cualquiera, precisamente por esto mismo.

Una rareza que me ha dejado con muchas ganas de leer de nuevo a la autora.
Enlace: http://locaporincordiar.blog..

Creo que lo que más me gusta de este libro es la forma en la que está escrito. Entiendo que haya ganado tantos premios, ya que es del todo original. Me parece un soplo de aire fresco; cuando piensas que ya no hay nuevas formas de contar las historias, aparece Laura Fernández con sus interminables frases, sus palabras en cursiva y sus mayúsculas y paréntesis, y lo revoluciona todo. Sin duda es un toque muy personal que para muchos puede ser raro, pero que a mí me encanta.
No obstante, otro de los sellos personales de la autora, es decir, la infinidad de personajes, no es tan de mi agrado. Todos los personajes y pueblos, ciudades y demás, están formados por tres nombres. Todos. Pero no siempre se usan los tres nombres para referirse a ellos. Eso quiere decir que, por ejemplo, Nicole Flattery Barkey no siempre aparece nombrada así. La mayoría de las veces la llaman Nicole, pero hay momentos en que la llaman Flatt y resulta un poco lioso. Hubiera agradecido mucho una dramatis personae. de todas formas, los personajes son lo suficientemente particulares (por llamarlos de alguna manera) para que esto no ocurra tanto como pensaba que iba a ocurrir.
Salvando este detalle, se trata de una novela bastante singular en la que personas de todo tipo acaban por relacionarse de una manera u otra con el pueblo de Kimberly Clark Weymouth (¿veis? los tres nombres) para contar una historia que, a falta de un calificativo mejor, podríamos considerar (RARA), pero (ENTRAÑABLE).

Esta novela tiene dentro otra novela y un montón de historias, una trama llena de intrigas, un crimen sin resolver y muchos, muchos personajes: turistas fanáticos de un libro infantil, agentes inmobiliarios que construyen maquetas de ciudades sumergidas, policías, vecinos convertidos en espías aficionados porque son seguidores de una serie de televisión de detectives, escritores en contínuo proceso creativo, editores y reporteros de periódicos locales, actrices, fantasmas profesionales, pintores, madres ausentes... También se tratan muchos temas como la relación entre madres e hijos, madres ausentes, el amor y el desamor, los sueños sin cumplir, la soledad...
Todo ocurre en la desapacible ciudad de Kimberly Clark Weymouth, siempre nevada, con continuas ventiscas y una eterna decoración navideña para dar ambiente a los turistas vayan en la época que vayan;allí la ficción se alimentó de lo real, y lo real ha acabado contaminado por la ficción.
Todo lo que sucede es surrealista. Me costó algo acostumbrarme a la forma cómo está escrito con muchas mayúsculas, cursivas, paréntesis... ; y aunque crea que quizás le sobren algunas páginas, he disfrutado esta locura de libro