El miedo en el cuerpo

Empar Fernández, la autora, nos adentra en los miedos que debe afrontar una persona ante lo desconocido. Y la seguridad que proporciona tener una rutina preestablecida.
La novela se centra en la desaparición y búsqueda de Daniel, un niño autista, que el inspector Tedesco intentará resolver.
Debido a que la trama gira en torno a las personas con necesidades especiales, concretamente en aquellas que tienen Trastorno del Espectro Autista (TEA), y su manera de socializar con el mundo. Esta manera de visibilizar a estas personas, centradas en un niño, hace que el lector comprenda un poco mejor su forma de actuar, a la vez que empatiza aún más con estas personas. Además, también pone el foco en los padres y familiares que se esfuerzan por conseguir que la vida diaria de los autistas sea o le aporte la tranquilidad, estabilidad y ordenada que necesita, sin sobresaltos ni imprevistos. Por otro lado, manifiesta el desconocimiento generalizado que la población tiene sobre este problema/enfermedad mental.
Así mismo, pone de relieve la ansiedad e impotencia que se sufre cuando alguien se tiene que enfrentar a la pérdida o desaparición de un ser querido. Intentando mostrar mecanismos de ayuda, y autoayuda, que personifica en el cuerpo de los Mossos D'Esquadra.
En otro orden de cosas, la novela también nos hace reflexionar sobre la Sociedad en que vivimos, y la manera en que ésta empatiza con el dolor, la alegría y demás sentimientos por los que puede pasar una persona en una situación de estrés determinada. En concreto, nos muestra el sentido y la actitud de protección que todo animal demuestra ante las crías de su especie; incluso, como en el caso de los humanos, también por la de otros animales.
Igualmente, destaca la solidaridad ante un acontecimiento concreto, y que reúne unas determinadas condiciones de gravedad.
Por otro lado, también critica o pone de relieve los factores económicos que llevan a personas decentes a cometer delitos para poder comer.
Personalmente, y a modo de conclusión, tengo que decir que esta novela hace que consigamos tener más en cuenta, de manera favorable, las diferencias intelectuales y mentales entre las personas. Por todo ello considero que es una lectura muy recomendable.

Una madre está en un parque de Barcelona con su hijo pequeño Daniel. Daniel es autista y adora su pelota roja, que tira insistentemente contra una pared, día tras día, sin cansarse jamás. Una mujer con una niña se sienta al lado de la madre de Daniel y ambas entablan una conversación. El golpetear de la pelota contra la pared, bum, bum, bum, es constante y eso permite a la madre de Daniel retirar durante breves segundos la vista de su hijo y su pelota. Pero, de repente, ya no oye el bum bum y, cuando mira donde estaba su hijo, descubre que ya no se encuentra allí. Ni allí ni en el parque ni en las calles aledañas. La peor pesadilla de una madre ha tenido lugar: su hijo ha desaparecido. Nosotros, los lectores, sabremos desde el principio qué ha pasado. Yo no os lo voy a contar pero lo descubriréis in situ en el mismo momento en que todo ocurre.

La policía acude al lugar. No sólo los policías de la comisaría más cercana sino también el inspector de los Mossos Mauricio Tedesco pues la abuela de Daniel –que limpia la casa de Tedesco- le llama angustiada pidiéndole ayuda. Intentará saber qué ha pasado con el niño, dónde se encuentra y devolvérselo a sus padres.

“El miedo en el cuerpo” pone en cuestión un miedo atávico en los padres: el que tu hijo desaparezca. Todos los que sean padres o madres me entenderán: solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta. No es la primera vez que Empar aborda este tema y, como las otras veces, toca la fibra sensible del lector. Es imposible no ponerse en la piel de esos padres, sobre todo de la madre que es la que lo vive desde el minuto uno. Su angustia, su miedo transcienden el papel y llegan al lector. Y eso que el lector ya sabe lo qué está pasando. Da igual, aún así, nos meteremos en su piel y sentiremos cómo se le ha metido el miedo en el cuerpo.

La novela está contada desde dos perspectivas. Una externa que se fija en el inspector y su investigación y en las sensaciones de los padres. Otra que focaliza en el propio Daniel. Este no nos habla en primera persona, sería difícil que lo hiciese, pero un tercero omnisciente le acompañará en su periplo por lo que el lector sabrá minuto a minuto qué está siendo de él. Tenemos más información que los padres y la policía. Parecería que esto quita intriga a la novela pero no es así: estaremos pendientes todo el momento pues sabemos los peligros que acechan a cualquier menor que está fuera de la vigilancia de sus padres.

Por otro lado, Daniel es autista y esta es una cuestión que no hemos de olvidar. Un niño que no lo fuera y que tuviese la edad de Daniel si se pierde sería capaz de pedir ayuda pero, ¿un niño autista? Creo que Empar se pone muy bien en la piel de Daniel. Hablo desde el desconocimiento porque no tengo alrededor ninguna persona autista y lo que sé de este espectro es, básicamente, lo que he leído en esta y otras novelas. Aún así, lees el libro y tienes la sensación de que Empar sabe de lo que habla, que se está poniendo adecuadamente en la piel de Daniel, se está metiendo en su cabeza, en sus pensamientos y sentimientos. Todo se ve como muy real. Hay que añadir que todo está tratado con mucha sensibilidad y cariño.

Como todas sus novelas, esta es una novela de personajes. A pesar de ser una novela corta, dentro de lo que la historia pide, todos ellos están bien desarrollados. Empar se mete en la cabeza y en el corazón de Daniel, su madre y Tedesco y nos los muestra desnudos y desvalidos. Acabaremos cogiendo mucho cariño a los tres, preocupándonos por ellos, deseando que todo salga bien y que madre e hijo se puedan reencontrar.

Los libros de Empar siempre me hacen sentir. Suelen ser historias duras de las que no dejan indiferente a nadie. Quizás por esa capacidad que tiene para conseguir que el lector empatice con los personajes, sus historias se meten muy adentro. Es verdad que las disfruto 'porque son buenas y bonitas historias pero también las sufro y las leo con el corazón en un puño.

Conclusión final

Me ha gustado mucho “El miedo en el cuerpo”. Una novela en la que hay una desaparición y una investigación y que, pese a ello, no calificaría de novela negra sino, más bien, novela cercana a la novela intimista. Una historia que no dudo en recomendaros.
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Se trata de la segunda entrega de la serie que está protagonizada por el inspector Tedesco y su equipo, pero son historias separadas que se pueden leer de manera independiente.

El estilo de la autora es claro: mucha crítica hacia cómo muchas veces le quitamos valor a las malas acciones por parte del ser humano. Por otro lado, las reflexiones que tienen algunos personajes denotan la capacidad de la autora de ponerse en la piel de otros.

La trama de esta novela engancha y está muy bien contada, contiene un lenguaje sencillo pero muy correcto y consigue mantener más o menos el ritmo mientras sufrimos por Daniel, a la vez que empatizamos con él y llegamos a comprender por qué actúa de la manera en que lo hace. Sobre todo, los que somos padres y madres, nos sentimos totalmente identificados con esa angustia que pasan los progenitores. La autora ha logrado un equilibrio perfecto entre la tensión y la trama de la historia.

Sin duda fue una experiencia de lectura muy emocionante, con mucho suspense e intriga y os animo a leerla.