![]() |
Irina de Empar Fernández
La mujer de los ojos azules, la piel alba y los dedos largos era todo un misterio y hacía peligrar la tranquilizadora consistencia de sus hábitos. No sabía qué pensar. Se vio obligado a reconocer, contra lo que dictaba a voces su naturaleza contemplativa, que no le disgustaba el hecho de que Oxana volviera a irrumpir en su vida dos días después tal y cómo había prometido. Recordó haber leído algo referente a la incontestable atracción del abismo, de todos los abismos, de cualquier abismo. Algo que decía que si uno lo miraba fijamente, el abismo te devolvía la mirada. Por el momento, le echaría una mirada de refilón.
|