La colina del almendro

Es fácil soñar cuando la vida te sonríe. Lo complicado es seguir soñando cuando todo va mal

El sendero de entrada de Almond Hill me recuerda que la vida es también camino, un puñado de elecciones que vamos haciendo. Las malas y las buenas nos llevan a nuestro destino y en ellas siempre hay algo que se pierde y algo que se gana. Y, por fortuna, algo que se aprende.

...la noche es larga y oscura cuando tienes cuentas pendientes con la vida.

Es fácil soñar cuando la vida te sonríe. Lo complicado es seguir soñando cuando todo va mal -dijo James-.
Uno se pierde si deja de soñar -le había contestado.

Ellos, desde sus despachos, con su té caliente y su comida preparada en una cocina y no entre el barro, solo jugarán a poner banderitas sobre un mapa y a planear estrategias para que seamos otros los que sintamos las balas o el olor de la podredumbre de la muerte. Ellos no son los que llegan aquí como reses al matadero. Un matadero en el que somos a la vez víctimas y verdugos, en un sinsentido de odio que no alcanzo a comprender.

Durante un instante recordó que a veces la vida te deja sonreír todo el tiempo.

Muchas veces lo que se calla reaparece en la vida, golpeando en un dolor que parecía que el tiempo se había llevado con él.

Las pasiones movían unas conciencias dudosamente informadas que embriagaban enseguida con frases grandilocuentes.

No sabían que la vida no da treguas cuando las necesitas, por mucho que te empeñes en convencerte de lo contrario.

...solo vivimos una vez. Deberíamos hacerlo de acuerdo con nosotros mismos.