Es fácil pensar con ética cuando lo que amamos no está en peligro.
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Es fácil pensar con ética cuando lo que amamos no está en peligro.
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Sé que no debo decirlo en público ni mucho menos sentirlo, y que los viejos tienen problemas de soledad y jubilaciones magras e hijos crueles, y que pierden la cabeza y se enferman, pero a mí no me gustan los viejos. [...] Me pasa algo muy extraño. Siento que fingen. Que los achaques, el caminar despacio, la constante charla sobre enfermedades y médicos, el olor de la piel, los dientes postizos o en mal estado, las repeticiones de las anécdotas, todo es una puesta en escena para irritar. Por supuesto, sé que no es así, pero no puedo evitar sentirlo y les tengo una desconfianza que me obliga a mantener la distancia, a jamás conmoverme con las historias del abuelo, a poner los ojos en blanco cuando algún empleado de la tienda se toma unos días porque se murió su abuelita. Quién puede sufrir tanto por esa muerte como para no ir a trabajar, me pregunto.
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Los recuerdos nunca llegan en los momentos predecibles, son como esos gatos que duermen al sol tan tranquilos, pero que, cuando uno se atreve a acariciarles la panza, lanzan un rasguño directo a los ojos.
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Sintió que el enojo de años que la hacía romper sábanas y golpear paredes y darse la cabeza contra la pared se le iba entre los dedos como arena porque había llegado, al fin, al corazón del daño.
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Qué injusto: los muertos tienen la suerte de no ver cómo se descomponen. Incluso los fantasmas. Mi madre, por ejemplo: su imagen no se pudre. Hay distintos tipos de fantasmas. Me pregunto si esa imagen emana de ellos mismos o de quienes los vemos. Si son o no una construcción colectiva.
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El pensamiento positivo es perverso, lo mismo que la buena voluntad.
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Yo le digo que el fascismo en general empieza con miedo y se transforma en odio
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Yo la quise, pero no me caía bien. No me gustaba pasar tiempo con mi madre. Ella se sentía una ruina abandonada y esperaba la demolición.
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Entiendo lo que pasa: cuando la miseria acecha de la forma en que acecha en mi país y en mi ciudad, si hay que recurrir a lo ilegal para sobrevivir, se recurre. Se gana más dinero que en un trabajo legal. Además, no hay tanto trabajo legal, para nadie. Y si vivir mejor implica un riesgo, bueno, hay mucha gente dispuesta a tomarlo.
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Ella se sentía una ruina abandonada y esperaba la demolición.
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Gregorio Samsa es un ...