Para ella, el amor es una impureza. Yo, en cambio, tuve tan poco amor que me parece una joya delicada y tengo terror de perderla.
|
Para ella, el amor es una impureza. Yo, en cambio, tuve tan poco amor que me parece una joya delicada y tengo terror de perderla.
|
Renunciar es fácil cuando se tiene mucho, pensó. Él nunca había tenido nada.
|
Yo estaba un poco molesta por su mal humor, pero lo conocía lo suficiente como para saber que, cuando demostraba afecto, se comportaba como si el mundo fuera un puercoespín y él no pudiese encontrar un lugar donde sentarse.
|
La gente siempre quiere hablar, quiere contarle a un desconocido su historia, aun sabiendo que ese desconocido publicará y con seguridad distorsionará lo dicho, porque esa es la naturaleza del oficio.
|
Es fácil hablar de abandonar, dejar, morir, cambiar, cuando dejar todo no significa nada.
|
– Nunca voy a dejarte. Pedime otra cosa. – Si no vas a irte, no me dejes solo. Ni aunque te mueras. Perseguime como un fantasma, “haunt me". – Por supuesto –le contesté–. Haría cualquier cosa por vos. |
(…) y quiso abrazarlo, pero no había nada en la actitud del chico que la autorizara a tocarlo. En eso se parece al padre, pensó, son como gatos.
|
Renunciar es fácil cuando se tiene mucho, pensó. Él nunca había tenido nada.
|
Es como si subiéramos juntos una escalera y en un momento yo digo “hasta acá llegué”. Y en ese escalón, más arriba, ellos son felices y yo los miro. ¿Habría sido siempre así? No era timidez ni retraimiento ni adolescencia, como pensaban los demás. No se le iba a pasar. Podía bailar solo, podía emocionarse en su habitación con un libro, pero cuando llegaba la fiesta se desconectaba, los demás se convertían en una película que podía ver y en la que no podía participar. Así que se hacía invisible, lo que no era difícil porque estaban todos borrachos. Y retrocedía hasta su pieza. Y sentía el más puro alivio.
|
Eso era ser huérfano: tener cajitas de cenizas y no saber qué hacer con ellas.
|
Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.