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ISBN : 8420663727
280 páginas
Editorial: Alianza (14/11/2011)

Calificación promedio : 3.9/5 (sobre 5 calificaciones)
Resumen:
Japón, mediados del siglo XIX, el país vive las vertiginosas reformas modernizadoras y aperturistas de la era Meiji. Pero éstas no terminan de calar en la sociedad donde perduran las viejas tradiciones feudales, sobre todo las que afectan a las mujeres. Tomo está casada con un alto funcionario municipal, Yukitomo Shirakawa. Fue educada para cumplir el tradicional rol de mujer en el seno de un clan samurái: preservar la unidad familiar, garantizar la seguridad de los... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (4) Añadir una crítica
Celeste_Lightwood
 30 March 2022
Los años de espera se sitúa durante la época Meiji, una era donde las férreas tradiciones japonesas comienzan a mezclarse con los aires aperturistas que proceden de Occidente. Una de las costumbres que se mantienen es el acoger concubinas jóvenes y hermosas por parte de hombres poderosos y adinerados. En esta tesitura se verá Tomo. Las múltiples infidelidades de su esposo son un secreto a voces, pero al ser una familia bien situada, nadie juzga duramente al cabeza de los Shirakawa, sobre todo porque en aquel momento era algo que se veía con normalidad. Cuando Yukitomo le pide a su esposa que viaje hasta Tokyo en busca de una muchacha joven que le sirva personalmente, Tomo acepta con resignación. Ha sido criada para ser sumida y complacer a su marido en todos sus deseos, incluso aunque ello implique sufrir la vergüenza y humillación de encontrar una concubina. Tras una ardua búsqueda, consigue hallar a la joven perfecta. Suga, de apenas quince años, es delicada, sumisa, dulce, tiene habilidades para la música y es toda una belleza. al ser de una familia pobre que apenas puede costear sus gastos, la madre de la adolescente acepta que se vaya a trabajar a la casa de los Shirakawa, aún sabiendo el destino que allí le depara. Suga, Tomo y la hija de esta, Etsuko, regresarán a casa sin saber que la joven no será la primera ni la última concubina que alojarán bajo su techo.

Cuando lees un libro como este, tienes que ser muy consciente de la época en la que fue escrito y/o ambientado para procurar, en la medida de lo posible, que no te hierva la sangre. Y también es necesario conocer previamente el contexto para no escandalizarnos. A pesar de que en la era Meiji la modernidad comenzaba a inundar a Japón, el proceso fue lento y no todas las tradiciones fueron erradicadas. El feudalismo y las relaciones de poder existentes dentro de matrimonio, donde el hombre es quien manda y la mujer la que accede a todas sus peticiones, es una de las que se mantuvieron bien arraigadas y que se podría decir que incluso hoy perdura (y no solamente dentro de Japón). Las relaciones de pareja en Japón se guiaban por el confucianismo, que indicaba que el cometido de la mujer era servir a los intereses de los hombres de su familia (padre, hermanos, marido) por encima de los suyos y sin protestar; también vemos trazas de los vínculos de servidumbre entre un samurái y su señor, puesto que el samurái debía acatar órdenes sin cuestionarlas. En esta tesitura nos encontramos a Tomo, quien ha sido educada desde pequeña para cumplir a rajatabla las peticiones de su marido, sin juzgarlas y mucho menos contradecirlas. Es por esto que cuando Yukitomo le pide que encuentre a una concubina de su agrado, Tomo no tiene ninguna opción, por más que sienta la humillación de tener que meter en su casa a una chica que caliente la cama de su esposo. Para más inri, la muchacha en cuestión tiene que ser una jovencita, apenas una niña, por lo que cuando conozca a la quinceañera Suga sabrá de inmediato que es la adecuada. Mientras tanto, la gente de su alrededor que sabe quién es Suga y la clase de servicios que va a ofrecer en casa de los Shirakawa, lo ven como algo normal. Tomo en ningún momento es digna de lástima, al contrario, es vista como una buena esposa que hace lo posible porque Yukitomo sea feliz.

Esta premisa ayuda a Enchi a hacer un retrato psicológico de las tres mujeres principales que vertebran esta novela: Tomo, Suga y Yuri, la segunda concubina que se incorporará a los Shirakawa cuando Suga sea "demasiado mayor" para el cabeza de familia. Tomo es el prototipo de mujer sumisa, dueña de la casa y esposa perfecta que se encarga de que todo se mantenga en su sitio y de lidiar con los numerosos problemas que azotan a la familia, para que así esta conserve ese halo de apellido intachable y de modelo a seguir. Pese a no tener más remedio que aceptar los designios de su mujeriego esposo, eso no significa que esté de acuerdo con sus decisiones. En varias ocasiones veremos cómo luchan en su interior lo que ella cree correcto con sus obligaciones y cómo cuestiona en más de una escena el hecho de tener concubinas. Aunque de cara a la sociedad está bien visto y no desprestigia la imagen de su esposo, más bien al contrario, ella no está de acuerdo con que se sepa abiertamente que Yukitomo tiene amantes viviendo bajo su techo y, como es natural, le duele que su marido prefiera a mujeres jovencitas y a su esposa la relegue al cargo de la casa, las cuentas y poco más. Por supuesto, tampoco se siente cómoda con el hecho de que Suga y Yuri sean tan jóvenes, apenas unas niñas, e intenta hacer lo posible porque ambas lleven una vida agradable y pacífica a pesar del "trabajo" que tienen que llevar a cabo. Tomo es una mujer a quien no le queda más remedio que hacer caso a su marido, ya que alzar la voz en aquella época era impensable, y aunque al principio parece que las decisiones de este están por encima de su propia moralidad, pronto nos damos cuenta de que si bien acata las órdenes, eso no significa en absoluto que esté de acuerdo con ellas. Es un personaje que no puede mostrar su rebeldía abiertamente, pero que se esforzará para encontrar un equilibrio entre los repugnantes deseos de su esposo y su propia paz mental ante lo que es correcto o no. Si algo define a Tomo es la dignidad con la que sobrelleva su infelicidad y el esfuerzo constante por intentar llevar las riendas de su vida por más que Yukitomo no se lo ponga fácil. Su capacidad para enterrar sus sentimientos es admirable, la manera en que utiliza la rectitud y su férrea determinación como su modo de vida y como un escudo para seguir adelante y ser el pilar que su familia necesita. Además, teniendo en cuenta el lugar de la mujer durante el siglo XIX, Tomo no puede permitirse disgustar a su marido porque ello implicaría verse en la calle y sin recursos, una situación nada favorable y que la abocaría a la miseria y el abandono.

Seguimos con Suga, la primera concubina. Para mí, Suga es digna de lástima y, al mismo tiempo, un ejemplo de fortaleza al igual que la señora Shirakawa. Con solo quince años, su destino ha dado un viraje terrorífico al tener que convertirse en la concubina de un hombre mayor. Acepta sus designios sin rechistar, pues a cambio de ello sabe que su familia no pasará penurias y su existencia será mucho más desahogada. Aun así, su ingenuidad le hará pensar que su cometido es tan solo ser la sirvienta de Yukitomo, por lo que descubrir la verdad que se esconde tras su puesto será desgarrador para ella. Por suerte, en todo momento contará con el apoyo de Tomo, o más bien con lo poco que ella puede hacer al respecto. Pese a los celos que siente la señora de la casa con respecto a Suga, ya que la ve como quién le está robando el afecto de su marido, aún sabiendo que dicho afecto lleva años muerto, la responsabilidad moral que siente por las atrocidades cometidas por su esposo harán que cuide de Suga casi como si fuera su hija, ignorando en la medida de lo posible el verdadero motivo por el cuál la muchacha vive bajo su techo. No se puede decir que Suga encuentre en Tomo una aliada para su desgraciada situación, pero por lo menos tiene a alguien que entiende por lo que está pasando y que muestra cierta compasión. Tal es la relación de dependencia y toxicidad entre Suga y Yukitomo, que la joven incluso llega a pensar que este está enamorado de ella, cuando la realidad es que el único interés del hombre es mantener una amante joven y abnegada y ser amable con ella para tenerla comiendo de su mano. Suga será consciente de lo precario de su situación cuando a la edad de treinta años, Yukitomo decida que ya es "demasiado mayor" para él y acoja como segunda concubina a Yuri. Esta muchacha también pertenece a una familia que pasa estrecheces, por lo que aceptará la oferta sin pensárselo mucho aunque, igual que en el caso de Suga, no supiera sus verdaderos propósitos hasta que ya fue tarde.

Apuntar aquí el sesgo de la diferencia de edad entre hombres y mujeres que ya se daba en aquella época y que, por desgracia, todavía se sigue perpetuando y no solo en Asia. Es bastante irónico contemplar cómo un hombre de setenta años considera que una mujer de treinta es ya una mujer vieja y, por lo tanto, ha llegado el momento de cambiarla por alguien más joven. El mismo patrón define su propio matrimonio, ya que desde el principio se señala que la propia Tomo es diez años más joven que Yukitomo. de nuevo, vemos cómo es razonable e incluso lógico que hombres muy mayores tomen bajo su protección a muchachas que son apenas unas niñas y acaban de salir de la adolescencia, mientras que si una mujer ha cumplido los treinta y en ese periodo de tiempo no ha conseguido un marido ni tener hijos (como es el caso de Suga), es automáticamente despreciada por la sociedad y abocada a la soltería.

Fumiko Enchi aprovecha esta novela para lanzar una crítica acerada no solo a ciertas tradiciones arcaicas japonesas, como las que aquí se muestran, sino, sobre todo, a cómo los hombres abusaban de su poder e influencia para someter a las mujeres a su antojo, manipularlas y jugar con sus sentimientos con total y absoluta libertad. No solo este hecho no se criticaba, sino que encima estaba bien visto, especialmente en el caso de hombres como Yukitomo cuyo puesto de trabajo era de gran relevancia porque formaba parte del gobierno. Me parece muy valiente el relato de Enchi y la denuncia implícita en él sobre todo teniendo en cuenta que fue escrito originalmente en 1957. Las mujeres por aquel entonces no eran nada más allá del complemento de sus maridos y las guardadoras de la casa. Ya no es solo que fueran criadas bajo esa mentalidad de abnegación absoluta a su esposo incluso aunque cometiera atrocidades como tener concubinas; el problema es que tampoco tenían otra opción. En el caso de Tomo, ella no trabajaba y vivía por y para su familia (su marido y sus dos hijos), por lo que si decidía rebelarse contra Yukitomo, su destino era inevitablemente la calle y, por ende, la pobreza. En el caso de Suga y Yuri, ellas no tenían opinión ninguna acerca de su futuro. Sus familias habían decidido venderlas al mejor postor porque no podían alimentarlas y porque a cambio recibirían una buena suma de dinero que las mantendría a flote. Además, trabajar para alguien tan prestigioso como los Shirakawa era un honor, sin importar qué sucediera una vez cruzaran la puerta. Suga y Yuri no tienen poder de decisión en ningún momento de la novela y, de hecho, sus vidas quedan completamente lastradas por su posición como concubinas. Cuando Suga es lo suficientemente mayor para no satisfacer a Yukitomo, esta se lamenta porque tiene treinta años y no ha podido formar una familia ni tampoco podrá hacerlo porque todo el mundo que la conoce sabe cuál era su cometido como sirvienta. El señor Shirakawa le ha robado la inocencia, la adolescencia y ahora la adultez porque mientras que está bien visto que él tenga amantes, no sucede así al contrario. Así pues, Suga tendrá que vivir con ese estigma sobre sus espaldas, el cuál le impedirá llevar una vida normal y cumplir sus sueños. Por su parte, Yuri tendrá mucha más suerte porque Tomo convencerá a su esposo de que no es demasiado tarde para que ella pueda conseguir una familia y este cederá, quedándose Suga nuevamente sola y desdichada. Dado que esta novela va de mujeres, me parece muy bonita la relación que se establece entre Suga y Yuri porque aunque existían todos los elementos para que entre ellas surgieran celos (la concubina "vieja" desplazada por una chica más joven), desde el principio Suga se vuelca con Yuri y se convierte en una especie de hermana mayor para ella, ayudándola a que su adaptación sea la mejor posible.

La pluma de Enchi es preciosa, ligera, sencilla y al mismo tiempo poética en algunas ocasiones. Es perfecta para contarnos esta historia introspectiva y de corte intimista que se mete de lleno en la cabeza de sus protagonistas y nos ofrece un retrato completo, sin tapujos ni edulcorantes, de lo que significaba ser mujer en Japón durante la era Meiji (y épocas anteriores) donde el hombre era dueño y señor tanto dentro como fuera de la familia y las mujeres solo podían ser esposas, madres y amantes. También nos plantea una reflexión muy interesante sobre la maternidad y sobre cómo el padre solo sirve para decidir cómo tienen que ser sus hijos y qué imagen deben proyectar, mientras que es la madre quien se encarga de su cuidado, educación y cariño. La autora, asimismo, da pinceladas sobre las costumbres japonesas del momento que nos permiten adentrarnos de lleno en esta fascinante cultura y estar en mayor consonancia con la obra y su contexto. Hablando del contexto, la historia de estas tres mujeres se enlaza con el panorama político de Meiji donde las tradiciones niponas se van viendo desplazadas por el aperturismo del país y los nuevos ideales de progreso procedentes de Occidente y cómo estos afectan al estilo de vida japonés, lo cuál se ve reflejado a la perfección en la carrera política que sufre el propio Yukitomo. Por último, mencionar la importancia que tiene en la literatura japonesa las estaciones y la naturaleza en general, elementos en los que la autora hace mucho hincapié mientras nos va narrando su historia y que nos permite hacernos una idea muy preciosa de cómo van transcurriendo los años y cómo sus personajes van evolucionando con estos.

Los años de espera es una novela que hoy en día escuece, y mucho, y también duele porque es imposible no ponerte en la piel de sus protagonistas y no palpar la injusticia que rige sus vidas y sus decisiones. Es una obra valiente porque Fumiko Enchi se atrevió a alzar la voz sobre las mujeres sometidas a los deseos de los hombres en una época donde la reivindicación femenina todavía brillaba por su ausencia. He disfrutado muchísimo de esta lectura, sí, pero también me he enfadado y me ha hervido la sangre porque es una historia que te remueve por dentro y te provoca un ejercicio inmenso de empatía incluso aunque no quieras. Pese a ser un libro bastante desconocido dentro de la narrativa nipona, ahora que lo conozco me parece un imprescindible.
Enlace: http://notodoesfantasia.blog..
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Kansas
 13 March 2021
"Era una adolescente de quince años sacrificada por el bienestar de su familia, y lo único que le habían dicho era que entraría al servicio de la familia Shirakawa de Fukushima y que sería para siempre. Tenía que atender al señor como su servidora, pero nada le habían dicho sobre la naturaleza del servicio."

Lo primero que se me ocurre al comentar esta novela es lo valiente que fue Fumiko Enchi al escribirla y publicarla en 1957. Tengo entendido que fue un trabajo de ocho años y que está directamente inspirada en su abuela, pero así y todo, que en esa época y en Japón viera la luz una historia que hacia referencia directa al trato que se veían obligadas a soportar las mujeres entre las cuatro paredes de la vida doméstica, con una figura masculina que era quién tomaba las decisiones y disponía de ellas a su antojo, imagino que debió levantar ampollas. Fumiko Enchi da voz a esas mujeres, siempre silenciadas y convierte su historia en una novela eminentemente feminista aunque en aquella época, no creo que ni siquiera se la considerara como tal.

Los Años de Espera está ambientada entre finales del s.XIX y principios del XX en plena era Meiji, que fue el periodo en el que Japón empezó a modernizarse y a occidentalizarse. El hilo conductor es el personaje de Tomo, la esposa de un alto funcionario descendiente de samurais, Yukitomo Shirakawa, y la novela empieza justo cuando su marido le cuenta que ha decidido tomar una concubina y le pide a Tomo que le encuentra una jóven adecuada, claro que el pretexto es no hacerlo frente a la galeria (aunque era una costumbre muy extendida) sino bajo la excusa de que buscara una sirvienta. Tomo se enfrenta a un dilema pero como esposa sumisa que es, se pone manos a la obra y encuentra a Suga, una jovencita de quince años, cuyos padres están medio arruinados y de esta forma la compra. Desde este momento y durante los siguientes treinta años de su matrimonio, Tomo se enfrenta a situaciones complicadas, y que quizás ahora con nuestra mentalidad occidental nos resulte difícil entender, pero Fumiko Enchi nos demuestra que no era algo inusual en aquella época. Tomo ha sido educada como la mayoría de las mujeres de su generación, para mantener el hogar unido y tener a su marido contento y si entre las decisiones del hombre de la casa, era tener concubinas, ella no podía negarse porque si no, hubiera peligrado la seguridad suya y la de sus hijos.

“Pese a que Shirakawa demostraba apreciarla como si fuera una joya singular, la sensación de que la habían robado, de que era una cautiva, embargaba todavía el corazón de Suga, por lo que su belleza, aunque a ella le pasara desapercibida, era una belleza ensombrecida, como la de las flores de cerezo en un día nublado.”

La novela aunque apenas tiene doscientas páginas, cubre los últimos treinta años del matrimonio de Tomo y Yukitomo, y somos testigos cómo a lo largo de la novela se suman a la historia, concubinas, hijos y nietos, todos formando un universo doméstico que aunque en apariencia son una familia respetable, en su fondo algo huele a podrido. Tomo se ve obligada a renunciar a su propia dignidad para mantener las apariencias de una sociedad que aunque es verdad que estaba cambiando, ciertos cánones sociales antiguos se mantenían aférrados al código feudal para mantener los privilegios de ciertos hombres.

Dentro de la dureza de algunas escenas a mí me ha parecido una novela fascinante y totalmente necesaria que pone sobre el tapete el sacrificio de muchas mujeres a lo largo de la historia, no solo en Japón: a ellas siempre les tocaba la peor parte. Es una novela dura por cómo la autora te hace enfrentarte al hecho de que las mujeres, niñas de esta historia, eran una simple moneda de compraventa, de uso y destierro, pero al mismo tiempo Fumiko Enchi también te enfrenta a un personaje como Tomo sin juzgarla, haciéndonos comprender que la supervivencia es un hecho insustancial del ser humano.

“En este sentido, ya había dejado de ser la esposa que obedece a su marido con una fe incondicional en el criterio de éste, y poco a poco estaba adquiriendo la capacidad de verle con imparcialidad, como si fuese una persona ajena. Carecía de estudios, nunca le habían enseñado a comprender a otro ser humano desde un punto de vista intelectual y por naturaleza era incapaz de actuar dejándose llevar por el instinto. Este rasgo era el único que le había permitido mantener una férrea fidelidad al código feudal de moralidad femenina y considerar como su ideal a la esposa casta a la que no le disgusta ningún sacrificiio por su marido y su familia. Pero ahora experientaba una inequívoca desconfianza el código que había sido su credo indiscutido”.
Enlace: https://kansasbooks.blogspot..
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elymafer
 01 February 2022
La novela es una saga familiar ambientada en el Japón de finales del siglo XIX. En la socieda japonesa aún siguen vigentes las viejas tradiciones feudales que afectan a las mujeres. Tomo es una mujer que pertenece a una familia de samuráis de baja categoría; educada, para cumplir el papel tradicional: preservar la unidad familiar, garantizar la seguridad de los hijos y ser una esposa que obedece y satisface al marido. Casada con un funcionario, Tomo soporta las infidelidades de su marido y acepta con sumisión el encargo de buscarle dos concubinas. Es la historia de tres mujeres que viven en una sociedad, que no tiene un lugar para ellas, de acuerdo con unas normas estrictas y que aceptan su destino con dignidad más que con resignación.
Una novela sencilla y aunque escrita a la forma japonesa, pausada y lenta, se lee rápidamente.
El final es algo raro; se corta, termina y me parece que deja algún personaje incompleto. No sé todavía si me ha gustado o no ese final..
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SilviaG
 16 April 2021
Este es el segundo libro que leo de la autora después de conocerla con "Mascaras femeninas ", y pienso que lo he disfrutado aún mas.

En él, la escritora se remonta a la epoca de su abuela, y se inspira en las vivencias y situaciones por las que ella tuvo que pasar y sufrir calladamente.

Una epoca en la que el papel de la mujer en la sociedad japonesa era totalmente secundario, y sus opiniones, bienestar y autoestima carecían de importancia.

La mujer vivia por y para el hombre, a cuyos deseos y decisiones se tenia que amoldar. No tenia ningún poder de decisión sobre su vida, y lo único que le quedaba (en el caso de ser esposada, y no haber sido arrojada al concubinato) era el honor y el poder mantener las apariencias.

La autora consigue que empatices con todas las mujeres de la historia y que entiendas la forma de actuar y los sentimientos de cada una de ellas. Que te rebeldes contra la injusticia de sus situaciones, y con el egoísmo de los hombres que comparten sus vidas.
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KansasKansas13 March 2021
En este sentido, ya había dejado de ser la esposa que obedece a su marido con una fe incondicional en el criterio de éste, y poco a poco estaba adquiriendo la capacidad de verle con imparcialidad, como si fuese una persona ajena. Carecía de estudios, nunca le habían enseñado a comprender a otro ser humano desde un punto de vista intelectual y por naturaleza era incapaz de actuar dejándose llevar por el instinto. Este rasgo era el único que le había permitido mantener una férrea fidelidad al código feudal de moralidad femenina y considerar como su ideal a la esposa casta a la que no le disgusta ningún sacrificiio por su marido y su familia. Pero ahora experientaba una inequívoca desconfianza el código que había sido su credo indiscutido.
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KansasKansas13 March 2021
Pese a que Shirakawa demostraba apreciarla como si fuera una joya singular, la sensación de que la habían robado, de que era una cautiva, embargaba todavía el corazón de Suga, por lo que su belleza, aunque a ella le pasara desapercibida, era una belleza ensombrecida, como la de las flores de cerezo en un día nublado.
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KansasKansas13 March 2021
Era una adolescente de quince años sacrificada por el bienestar de su familia, y lo único que le habían dicho era que entraría al servicio de la familia Shirakawa de Fukushima y que sería para siempre. Tenía que atender al señor como su servidora, pero nada le habían dicho sobre la naturaleza del servicio.
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