El limbo de los cines

Hay libros complicados de reseñar, y más cuando la crítica no es especialmente favorable. Parafraseando un chiste malo: no tengo palabras para presentar este libro, es sencillamente IMPRESENTABLE 🙂.

Vayamos por partes, la idea original es curiosa e interesante, con la introducción de personajes y escenas cinematográficas mezcladas con personas reales dentro de un contexto absurdo y disparatado.

Pero se da la circunstancia que para hacer algo realmente disparatado y demencial se requiere cierto nivel elevado de ingenio y humor que dentro del caos imperante de cierto sentido al resultado final de la obra.

Y es esto lo que he echado en falta, una luz, una chispa que ilumine ante tanta oscuridad. Unas dosis de ingenio que te robe la sonrisa en los momentos más descabellados, algo que le de un sentido a la sinrazón. Un elemento diferenciador entre lo que es una sarta de disparates y un ejercicio literario diferente y atractivo.

Las opiniones vertidas en esta reseña son a título personal y en absoluto pretendo poner en duda el valor de Luis Mateo Díez como escritor, contrastado en cantidad de obras y artículos anteriores. En este caso sencillamente no he conseguido conectar con el nivel mínimo que es deseable entre lector y obra. Otra vez será...

«La vida desarrapada deja las mismas cicatrices que la tortura»
 
Doce cuentos en doce cines diferentes, doce historias donde espera lo inesperado, eso sí, cargado de incertidumbre. Están los grandes arquetipos de las películas, desde la invasión alienígena hasta la bélica, pasando por las peripecias en el desierto y el descubrimiento de islas tropicales.
                Emilio reconoce que la primera lectura de estos cuentos fue sorprendente, no era lo que se esperaba. Se conoce el estilo de Luis Mateo, pero hay humor, y mucha nostalgia, dice Luis Mateo, salías del cine obnubilado, pensando que la vida era una puñetera mierda.

                Es un libro que recoge aquellos años donde ir al cine representaba como acudir a un lugar sagrado «iglesionas», se decía, vea usted el espectáculo más barato. El cine era lo mejor de la vida, añade Luis Mateo, no se si lo que más me gustaba era ir por la película o por la atmósfera que se creaba a su alrededor o por el lugar en sí. El limbo eres el territorio de la nada y la nada el destino ideal para el ser humano.
                Emilio, el cine era ese lugar donde se apagaban las luces y daba igual en que barrio fuese, desde Lavapiés a Salamanca, no importaba.
                Todos los cuentos en el giro me han sorprendido. En el cine Bristol, «incendiado con el mismo mechero que daba fuero a los cigarrillos de los clientes». Cine Bahía, El hijo de nadie, El hijo de todos y El hijo de cualquiera, cuando leáis el cuento lo pillareis.