Escribir es como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente.
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Escribir es como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente.
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Hemos hecho una pausa de tres días en los mensajes. Ya podríamos ir retomándolos, me parece. Espero que tengas un buen día de trabajo. Pienso mucho en ti, temprano por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche, en los intervalos, un rato antes y un rato después de cada intervalo. Y también durante.
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Sospecho que este «tremendo interés» se alimenta única y exclusivamente de la bandeja de entrada. Es probable que todo intento de dejarlo salir de allí fracase de modo lastimoso.
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Tienes que volver a enamorarte. Sólo entonces sabrás lo que ha estado faltándote todo este tiempo. La intimidad no es la interrupción de la distancia, sino su superación. La pasión no es la falta de perfección, sino un continuo encaminarse y aferrarse a ella.
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Soy una persona que necesita partir de lo peor para desarrollar fuerzas suficientes para soportarlo luego si resulta cierto.
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No quiero ser víctima de tu odio preventivo, fundado en ideas confusas y abstrusas asociaciones de tu cerebro minado por la desconfianza.
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Con posterioridad suelen realizarse posibilidades que de antemano no existían. Y no suelen ser las peores.
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Todo vale, todo menos callar.
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Ilusiones de amor por correo electrónico, sentimientos que se intensifican sin cesar, ansia creciente, pasión insatisfecha, todo encaminado a un objetivo que sólo es real en apariencia, un objetivo supremo que se aplaza una y otra vez, la cita de las citas que nunca tendrá lugar, porque superaría la dimensión de la dicha terrenal, la satisfacción absoluta, sin punto final, sin fecha de caducidad, que tan sólo puede vivirse en la mente.
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No puedo. No puedo hablarte de este mundo. Jamás podrás formar parte de él. Es demasiado compacto. Es una fortaleza. No puede ser conquistada, no admite intrusos, es hermética.
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¿En quién se inspiró Bram Stoker para crear su personaje?