Si en la primera parte de la trilogía "Caminos Cruzados", su autor David Cucarella Tobajas demostró ser un gran maestro de la literatura centrada en los muertos vivientes, con esta segunda parte titulada "Lazos que unen" se ha consolidado como tal creando un libro aún más absorbente (reto que ya era difícil de lograr) e incluso con menos momentos de respiro que la primera entrega. Una vez más el autor ha conseguido que un género ampliamente tratado nos sorprenda a base de giros tremendamente efectivos y ese argumento ramificado en distintos hilos (aunque a menudo confluyen) tan característico de la trilogía. En esta segunda entrega seguimos a los personajes supervivientes del primer libro en un mundo ya devastado por los infectados. Aunque las tramas se vayan entremezclando cada vez de manera más evidente, cada uno de los protagonistas nos llevará a un escenario diferente en el que se pondrán a prueba sus estrategias de adaptación y supervivencia en el universo apocalíptico surgido en muy poco tiempo tras los primeros brotes a los que asistíamos en la primera novela. En este mundo se hará más evidente que no se puede confiar en nadie y que, como empezaba a dibujarse en la entrega previa, vale casi más cuidarse de los vivos que de aquellos que vuelven de la muerte (y de los cuales, al menos, ya conocemos sus intenciones sin sorpresas en ese sentido). Me ha encantado la manera en que evoluciona la historia desde esos comienzos de la infección hasta encontrarnos, en un tiempo no determinado pero escaso, con un entorno sin estructuras organizadas ni más autoridad que aquella que confiere la fuerza. En este nuevo libro será aún más evidente esa sensación de incomodidad que confiere el hecho de que cada personaje puede ser prescindible con la consecuente incertidumbre constante que nos mantiene en tensión y corriendo por sus líneas como si también nos persiguiera una horda de "enfermos". Sin embargo, confieso que he disfrutado mucho con este sufrimiento que me ha hecho padecer el libro y que he tenido que vencer varias veces la tentación de avanzar algunas páginas prematuramente para conocer el destino de algunos personajes. Finalmente el autor ha conseguido superarse en cuanto a la elección de los escenarios volviendo a una de las sensaciones que para mi fue tan recurrente en el primer libro y que en esta ocasión ha alcanzado nuevas cimas: la claustrofobia. En concreto las páginas finales han constituido la eclosión de todos estas características aterradoras que he ido enunciando en la reseña. Igualmente, la perturbadora personalidad de nuevos individuos de la trilogía han logrado arrancarme más de un escalofrío sobre todo ante el convencimiento de que, en una situación tan extrema como la desarrollada en los libros, se dispararían los comportamientos patológicos, destructivos y, en definitiva, altamente peligrosos. Solo puedo concluir expresando las ganas de conocer el siguiente estadio de "evolución" de este mundo ya postapocalíptico en el libro que pone el broche final a la saga. + Leer más |