Chéri

Léa sonreía y saboreaba el placer de sentir calor, de yacer inmóvil y de asistir al entrenamiento de los dos hombres, desnudos, jóvenes

He estado con niños malos más divertidos, más amables también, incluso más inteligentes. Pero, a pesar de todo, no he estado con ninguno como él

Es evidente que tienes unos labios deliciosos y esta vez los voy a disfrurar, porque me apetece, y te dejaré, qué mas da

¿Crees que en mis recuerdos unos labios bonitos son algo excepcional?

Pasó el brazo por debajo de la cabeza de Chéri y se lo acercó, sin segundas intenciones, confiando en lo acostumbrada que estaba a aquel niño, y lo acunó

En cuanto a las mujeres, tal como me has educado, no esperarás que mis regalos sean mucho más que un bibelot de vez en cuando, ¡y ya me parece mucho!

no hay nada más deprimente que tener una pariente pobre en casa

Nunca lo acompañó institutriz alguna, de las que fue alejado a gritos de "¡Serán vampiras!"

No era una mano en absoluto femenina, aunque sí un poco más bonita de lo habitual, una mano que Léa había besado cien veces sin servilismo, sólo por placer, por el perfume...

Hermosa... ¡Bah! Ya no me hace falta...