Y en cuanto a La captura del Cancerbero he de reconocer que me hizo perder todas las esperanzas. Así que durante seis meses, no volví a ocuparme del asunto. Pero de pronto, subiendo un día las escaleras del metro, se me ocurrió la idea. Pensé en ella con tanta excitación que subí y bajé siete u ocho veces y por poco me atropella un autobús, cuando al fin me dirigí a casa.
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