Aprendió a conocer las formas y estilos, y a tratar de reconstruir en su mente las escenas ocurridas unos tres mil años antes y en las que se emplearon aquellas vasijas. En la reducida área de casas humildes que habían descubierto, dibujaba su aspecto original y la gente que vivió en ellas, imaginando sus deseos, sus posesiones y sus quehaceres, sus esperanzas y sus temores. Puesto que no le faltaba imaginación, no le costaba mucho esfuerzo.
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