Cuando el cielo se rompa y caigan las estrellas

La vida, a veces, tiene unos giros impredecibles pero increíblemente maravillosos.

Después de todo, el dolor por la marcha de alguien nos trae una de las cosas más preciadas de la vida: los recuerdos.

Lo peor de perder a un ser querido es eso: atravesar los momentos importantes sin ellos.

A veces, muchas veces, la vida se vuelve tan dura y exigente que tomar la decisión correcta nos destroza por dentro. A veces las personas que queremos mueren y otras viven, pero no están destinadas a hacerlo junto a nosotras.

Las cosas malas van a estar siempre, en mayor o menor medida, recordándonos que esto es la vida real. Por eso cuando da la casualidad de que hay un determinado instante, por pequeño que sea, en que todo parece ir bien, debes cerrar los ojos, sonreír y agradecer haber vivido un pequeño milagro.

La vida no es perfecta, ninguna lo es.

Tienes que empezar a quererte, porque el día que te des una oportunidad vas a ser consciente de lo tonta que has sido por no valorarte como mereces.

Eso es lo peor cuando alguien se va: te quedan los recuerdos pero eliminan tu futuro con esa persona.

Pase lo que pase, tú y yo vamos a intentar vivir. Viviremos nuestras experiencias por los que ya no están y no pueden hacerlo, peso sobre todo por nosotras.

Pasar tiempo en silencio hace que observes con más atención lo que pasa a tu alrededor.