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ISBN : 8490065055
385 páginas
Editorial: RBA (21/03/2013)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 13 March 2023
Esta obra no solo ganó el National Book Award de 1958 sino que lo hizo compitiendo con verdaderos gigantes de la novela: Una muerte en la familia (James Agee), El dependiente (Bernard Malamud), Pnin (Vladimir Nabokov) y La ciudad (William Faulkner). No me extraña, Cheever es jodidamente bueno, tan bueno que es capaz de hacer enorme una novela algo irregular y descompensada como es esta.

Estamos en los años 50 y los Wapshot son una vieja familia orgullosa de pertenecer a Saint Botolphs, un viejo pueblo fluvial de Nueva Inglaterra, uno de esos poblados conservadores y amantes de sus tradiciones, donde las cosas se hacen como todo el mundo sabe que se hacen, donde todo el mundo se conoce y conoce todo de todo el mundo, y en el que solo se soportan con una cierta condescendencia las excentricidades de unos pocos, siempre que sean pocos y únicamente constituyan curiosidades locales, porque hasta ahora todo ha ido bien y difícilmente podría ir mejor.

En esta crónica familiar encontramos capítulos que funcionan como auténticos y magníficos relatos junto a divagaciones que fácilmente podrían haber llegado a serlo. Esta aparente dispersión es manejada con habilidad por Cheever, conduciéndonos admirablemente por una procesión de acontecimientos, experiencias y anécdotas, a cada cual más llamativo, que desfilan en paralelo al relato principal y que nos imbuye de esa atmósfera fin de época retratada por el autor con grandes dosis de nostalgia.

Si algo tengo que reprochar a Cheever es precisamente que esas divagaciones a las que me refiero no llegaran más allá o que a algunos de los personajes no se les otorgara un mayor protagonismo, como la altiva y dictatorial Justina, cuya voz, imperiosa y ronca, es capaz de recorrer “una octava completa de ambiciones sociales satisfechas”, o a la entrometida, extravagante y maravillosa, siempre que no sea tu tía carnal, Honora. Pero, sobre todo, me hubiera gustado saber mucho más de Sarah, la madre del clan Whapshot.

“Era más admirada entre las señoras que entre los hombres y puede que la esencia de su belleza fuese el desencanto (Leander la había engañado), pero ella había puesto todos los recursos de su sexo en esa infidelidad y había sido recompensada con tal aire de nobleza ofendida y luminosa visión, que algunas de sus partidarias suspiraron al verla atravesar la plaza, como si por su cara vieran pasar una vida.”

Y es que los personajes femeninos de la familia son cien veces más potentes que los masculinos, seres incapaces de dirigir sus vidas, y en cuya tarea son claramente sustituidos sin mucha resistencia por su parte. Sin embargo, son estos, los masculinos, la columna vertebral de la novela: Leander, redactor de un diario en el que, entre lamentos por esos cosquilleos de los que todavía es víctima a pesar de su franco deterioro físico, nos describe con un estilo peculiar, eficaz y poderoso la añoranza de ese modo de vida agonizante del que es digno representante; y sus dos hijos - Moses y Coverly- que, expulsados del paraíso por su tía Honora, vivirán en carne propia el impacto de ese final de era cuyo brillo sale reforzado tras el choque con la nueva realidad.

Por el medio encontraremos loas a la vida al aire libre, las trampas del matrimonio, el alivio y la desgracia que procura el alcohol, dudas de homosexualidad, el poderoso ímpetu de la lujuria, el gran peso de la culpa, y, en definitiva, mucha piedad ante las muchas flaquezas humanas y hasta florituras líricas como esta:

“Todas las cosas del mar pertenecen a Venus: las perlas y las conchas, y el oro de los alquimistas, y las algas y el olor salobre de las mareas muertas, el verde del agua cerca de la costa y el morado más afuera, y el gozo de las distancias, todo esto es de Venus, pero ella no sale del mar para todos nosotros. Ella salió para Coverly por la puerta giratoria de una tienda de bocadillos”
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