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Cuentos de John Cheever
Se hacen a la mar con tumulto ruidoso, aunque no enfurecido. Las campanas han enmudecido y se puede oír el jaleo del viejo órgano de la iglesia, con sus pulmones corroídos por el salitre. (La edad de oro) |
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Cuentos de John Cheever
Se hacen a la mar con tumulto ruidoso, aunque no enfurecido. Las campanas han enmudecido y se puede oír el jaleo del viejo órgano de la iglesia, con sus pulmones corroídos por el salitre. (La edad de oro) |
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Cuentos de John Cheever
... cuando la cena está lista y los platos en la mesa del cuarto de estar, se queda parada en medio de la habitación como si hubiese perdido u olvidado algo, y ese momento de reflexión es tan profundo que no me oye si le hablo o si los niños llaman. (Tiempo de divorcio) |
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Cuentos de John Cheever
Chester no miró a su esposa, pero su mera presencia era para él reconfortante y maravillosa, porque estaba persuadido de que era una mujer extraordinaria. Pensaba que en su forma de cocinar había algo genial, que la genialidad marcaba sus faenas domésticas, que poseía la memoria de un genio y que su aptitud para aceptar el mundo tal cual era llevaba el sello de la genialidad. (El superintendente) |
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Cuentos de John Cheever
Su exhibición de falta de talento era completa; resultaba prodigiosa. Daba la impresión de que mostraba a plena luz su torpeza para que todos la constatasen, y de que enseñara públicamente la magnitud de la misma. (La Duquesa) |
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Cuentos de John Cheever
Desearla alegró y turbó a Ralph al mismo tiempo. Allí estaba, allí estaba todo, y le pareció entonces que el brillo del oro se encontraba todo él alrededor de los brazos de Laura. (La olla repleta de oro) |
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Cuentos de John Cheever
La habitación, con las personas que la ocupaban, daba una impresión de permanencia y de seguridad, aunque a la mañana siguiente se hubieran marchado todos. (El día que el cerdo se cayó al pozo) |
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Cuentos de John Cheever
Los Crutchman eran tan felices, tan extraordinariamente felices, y tan moderados en todas sus costumbres, y todo lo que les pasaba les parecía tan bien que uno se veía obligado a sospechar la existencia de un gusano en su sonrosada manzana, y a imaginar que el llamativo color de la fruta no tenía otro objeto que esconder la gravedad y la extensión de la enfermedad. (El gusano en la manzana) |
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Cuentos de John Cheever
Minnie usa la expresión "estar de moda" con gran flexibilidad. Cuando habla del suicidio de su marido en 1932, suele decir que "tirarse por la ventana estaba muy de moda". (El océano) |
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Cuentos de John Cheever
A menudo mi mujer está triste porque su tristeza no es suficientemente intensa; se apena porque sus aflicciones no son insoportables. Se lamenta de que su pesar no sea lo bastante trágico, y cuando le digo que su pesar, por lo inadecuado de su pesar, puede significar un nuevo matiz en el espectro de las penas humanas, no se siente consolada. (Una visión del mundo) |
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Cuentos de John Cheever
... yo soy la barriga de un hombre llamado Lawrence Farnsworth... No me descubrí a mi misma hasta que él llegó a los cuarenta, y me identificaron su médico y su sastre. (Tres cuentos) |
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