Entonces, lo miró. En la oscuridad de la noche, los ángulos de su rostro tenían un reborde de luz azulada, como si Archer fuera una nube de tormenta cargada de relámpagos.
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Entonces, lo miró. En la oscuridad de la noche, los ángulos de su rostro tenían un reborde de luz azulada, como si Archer fuera una nube de tormenta cargada de relámpagos.
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Lo que está escrito siempre termina por suceder.
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- Tu casa, tu hogar, es donde tú decidas -Nin se encogió de hombros-. Puede ser un barco, o simplemente las cosas que cargas en tu espalda, contigo, día tras día. O puede ser tu familia. O quizá sólo es una persona a quien ames más que a nadie en el mundo. Ése es tu hogar.
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A veces uno encuentra cosas que quisiera no haber encontrado - dijo en voz baja -. A veces uno querría que hubieran sido perdidas.
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Un día, las olas lo arrastraron del barco y lo dejaron caer en el azul del mar. Mientras su piel se tornaba agua, y peces su pelo, me preguntó si yo también lo amaba. Demasiado tarde, entre el viento y el agua, le grité: Te he amado siempre, y siempre te amaré. Te he amado siempre, y siempre te amaré. |
O controlas tu futuro, o dejas que éste te controle a ti.
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Ese momento estaba contenido también en el libro. Durante un momento vaciló, asustada de pensar que al abrirlo estaría allí, allí mismo, mirándose mientras leía el libro. Podía verse, una y otra vez, como el reflejo en dos espejos enfrentados, un corredor sin fin: Leyendo que ella leía el libro. Leyendo que ella se leía leyendo el libro. Leyendo que ella se leía leyéndose a ella en el libro. |
Érase una vez una ballena inmensa, tan grande como un reino insular, y tan negra como la misma noche. Cada día, la ballena nadaba a través de los mares y se elevaba al atardecer con un enorme salto hacia el cielo llevando miles de gotas de agua prendidas a su piel. Durante toda la noche nadaba a través del firmamento y, cuando llegaba el amanecer, la ballena se lanzaba al mar de nuevo para repetir el ciclo: en el agua durante el día, en el cielo durante la noche.
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Grises dedos de luz de luna se colaban entre las nubes, iluminando riscos azules y negros árboles salpicados de nieve. Tomó aire y parpadeó, para permitir que el Mundo Iluminado inundara lo que tenía a la vista.
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El sol que se colaba entre las nubes le parecía demasiado deslumbrante, la brisa que soplaba desde el mar, demasiado fría, y el olor del pescado demasiado penetrante para su delicado sentido del olfato.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?