La Lectora de Traci Chee
Un día, las olas lo arrastraron del barco y lo dejaron caer en el azul del mar. Mientras su piel se tornaba agua, y peces su pelo, me preguntó si yo también lo amaba. Demasiado tarde, entre el viento y el agua, le grité: Te he amado siempre, y siempre te amaré. Te he amado siempre, y siempre te amaré. |