Sí, todos albergamos una sola neurona, la humanidad es un cerebro disperso que procura desesperado recuperar la unidad. Y me pregunto estremecido si no serán así el Juicio Final y la resurrección de los muertos: la extracción de la neurona de cada individuo que haya vivido, la selección y destrucción de los inservibles -allí donde será el llanto y crujir de dientes-, y la construcción, con las más perfectas, de un fantástico cerebro nuevo, universal, cegador, gracias al cual subiríamos, inconscientes y felices, un escalón más del fractal del Ser eterno.