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Críticas sobre La naranja mecánica (30)
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MaribelCalle
 21 May 2022
DECEPCIONANTE!!!!
Este es el sentimiento que se desprende al llegar al final de la novela. Encabezaba la lista de los libros que quería leer sí o sí y quizá mi entusiasmo era demasiado intenso por lo que las expectativas que me creé eran demasiado altas y por eso llegó la decepción.
Junto con 1984 y Un mundo feliz ,La naranja mecánica es una de las distopías clásicas del s.XX .
La verdad es que, teniendo en cuenta que se escribió hace más de medio siglo, la idea que plantea es buena.
Se narra la vida de un grupo de jóvenes aburridos, violentos, antisociales que se " divierten" cada noche sembrando el terror entre niños, indigentes, ancianos, etc. Representan el lado oscuro de una sociedad que siente la pulsión por rebelarse contra el orden establecido.
En uno de estos episodios de pura " diversión" Alex es traicionado por sus amigos y la policía lo detiene. le espera una larga condena en la cárcel o someterse a un tratamiento experimental ( condicionamiento clásico) para provocar en él aversión hacia la violencia.
Este libro tiene algunos detalles especiales.
Por ejemplo más de la mitad de la narración se hace a través de la jerga (el nadsat) utilizada por Alex y sus amigos y aunque al final hay un glosario para traducir, debo decir que ¡¡¡es insufrible!!!.
Otro detalle es que curiosamente Alex( al igual que el autor) es amante de la música clásica y ese detalle jugará un papel fundamental en su tratamiento.
El libro está inspirado en un suceso ocurrido al autor: su mujer sufrió un robo por cuatro soldados estadounidenses estando embarazada.
La adaptación al cine de Kubrick tuvo tal repercusión que el autor se vio desbordado reconociendo que ni siquiera la consideró su mejor obra.
En mi opinión , aunque me encantó la película, la novela es más floja.
Sencillamente, no me llegó. Fueron más las ganas que tenía que lo que me encontré.
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Celia_0504
 25 January 2023
Para empezar el #retopiaspirit que este 2023 se hace desde @victorianspirits he elegido uno de mis eternos pendientes (que es de lo que va, en cierta forma, lo de hacer este reto literario), una novela que tenía desde hacía muchísimos años pendientes y que he tardado en leer porque quería cogerla estando muy alejada de esa famosa versión fílmica que hizo Stanley Kubric, y que había visto antes un par de veces.

Nos encontramos en una Inglaterra distopica y autoritaria en la que la violencia es un mal endémico que azota a su sociedad, como puede verse en las pandillas de jovenes que por la noche asolan sus calles cometiendo todo tipo de crímenes. El líder de uno de esos grupos, Alex, es encarcelado tras asesinar a una mujer en cuya casa entro junto a sus drugos para robar. Para reducir su condena, Alex acepta someterse a la técnica Ludovico, un tratamiento que hará que se sienta enfermo y asqueado ante la maldad con la que antes se deleitaba. Sin embargo, los resultados de este experimento no terminarán con la oleada de violencia que ha marcado la vida y personalidad de Alex, sino que supondrán un giro inesperado.

Tengo que decir que este libro, tenía todas las papeletas para no gustarme por varios motivos. En primer lugar, por lo que he dicho antes, que ya había visto la película de Kubrick, cuyo guión es muy fiel al material original. Por lo que la lectura prometía ser carente de cualquier tipo de sorpresa. En segundo lugar, por una de las señas de identidad de esta novela, el uso del idioma Nadsat, una jerga que bebe del ruso y que jalona el lenguaje de ese mundo juvenil y violento del que Alex es su mayor representante. Este lenguaje aparece desde la primera página de la narración, por lo que es obligatorio pararse para buscar el significado de cada palabra en el diccionario que viene al final del volumen. Y esto, para mí, solo conseguía sacarme totalmente de la lectura, haciendo que los primeros capítulos se me hicieran increíblemente pesados y densos. Y el tercer problema que tuve con este libro fue la propia naturaleza de su argumento, cruel, violenta y muy dura. Incluso sabiendo de qué iba la cosa y que iba a encontrarme en su trama, hubo muchos momentos en los que realmente lo pase muy mal leyendo, que me hicieron daño casi fisicamente. En esto, creo que tuvo mucho que ver la manera en que el libro está narrado en primera persona por el protagonista, que cuentan las cosas de una manera increíblemente frívola y distendida, disfrutando claramente de todo el mal que hace y narrándolo como si tal cosa, con total tranquilidad y alegría. Un tonillo festivo que durará la primera parte de la narración, y que mantendrá su estilo bravucon y cínico incluso cuando las cosas se le compliquen a Alex. Éste es un personaje profundamente repugnante, y en el que nos podemos encontrar ningún tipo de cualidad redentora. No soy psicóloga, pero no hace falta hacerlo para darse cuenta que estamos ante un personaje profundamente enfermo, que es un psicopata o tiene algún tipo de trastorno de la personalidad. Se te revuelve el estómago, viendo como disfruta con el robo, la violencia y las violaciones; y la manera en que nunca siente remordimientos por los actos que comete pese a saber lo malvados que son. Es un personaje totalmente consciente de lo que hace, pero incapaz de arrepentirse y con un claro sentimiento de superioridad hacia el resto de las personas que le rodean. La frialdad con la que se solaza en la violencia contrasta con su amor absoluto hacia la música clásica y las obras de Beethoven y Mozart, y con la manera cordial y hasta amigable con la se dirige directamente a los lectores llamándolos “hermanos” y haciéndoles cómplices de todo por lo que pasa.

Y pese a todo este rosario de calamidades, en algún momento de la obra Burgess consiguió atraparme totalmente con su atmósfera violenta y cruel como un tornado, arrastrándome implacablemente a su historia de crímenes, autoritarismo, juventud desarraigada y condicionamiento psicológico. Y en eso creo que tuvo mucho que ver lo que he contado más arriba, por la forma en que Alex rompe la cuarta pared e interactúa directamente con los lectores. Eso consigue hacer que, de alguna forma, sea más cercano a ellos, que los que leen puedan introducirse en una mente tan compleja y enfermiza y, aunque no compartan lo que haga, entender porqué lo hace y cómo ve el personaje las cosas. Y a todo esto hay que sumar que el libro tiene algo de potente y dramático, que creo que nace de las propias circunstancias en las que fue concebido. Y es que su autor, Anthony Burgess, recibió en 1959 un autentico mazazo cuando le diagnosticaron un cancer que se suponía que no tardaría en acabar con él. Angustiado y preocupado por la situación en la que quedaría su esposa, Burgess se consagro a la escritura. Su idea era hacer de la forma más rápida posible varias obras que tuvieron éxito, y cuyos derechos de autor permitieran que su viuda tuviera una posición desahogada. Para escribir “La Naranja Mecánica”, el autor se basó en otro de los sucesos más traumáticos que vivió su familia: la violación de su esposa por parte de cuatro soldados americanos en 1944, por la cual ella perdió al hijo que esperaba. Todo eso ayuda a entender la angustia que se respira prácticamente desde el primer párrafo de la novela (y que no tiene que ver con lo perdido, que se pueda sentir el lector por el uso del lenguaje Nadsat) y la negritud que uno nota al asomarse a este escrito. Es como el agujero oscuro de los que habla Nietzsche y que te cambia cuando te asomas a él.

Además, el libro parte de una premisa muy interesante, y que da mucho de pensar: la auténtica naturaleza del mal en la humanidad, y si éste se puede realmente superar; y la dialéctica sobre si los gobiernos tienen derecho o no a condicionar a sus habitantes para conseguir una sociedad menos salvaje y más segura. Todo el libro se convierte así en una lucha entre el libre albedrío y el bien común, entre lo individual y lo colectivo. Y sin embargo, la supuesta solución demuestra ser un espejismo ineficaz. El método Ludovico consigue curar la violencia con más violencia, y solo provoca una inacción que perjudica al paciente y lo vuelve débil. al regresar al entorno agresivo de donde provenía acaba convirtiéndose en una víctima más, y eso solo le genera más odio. Todo continua su curso, nada puede frenar la oscuridad y el salvajismo intrínsecos del hombre. Y por lo tanto, nada justifica esa intromisión del Estado contra la libre elección de las personas, para bien o para mal.

El rechazo a todo lo que supone Alex no se extiende solo a este protagonista. En “La Naranja Mecánica” no hay ningún solo personaje que se salve o que represente algo positivo, todos están totalmente envueltos en un aura de represión social y política y de violencia de la que no pueden escapar por culpa del mundo en el que viven. Incluso muchos de aquellos que deberían de ser más compadecido, las víctimas de la banda de los drugos, acaban cayendo en esa espiral de odio y rencor es que les hace buscar la violencia en su forma más primaria. Y por eso, para mí, este es un libro totalmente descorazonador, en el que es imposible encontrar nada esperanzador para una humanidad que es aquí representada con sus colores más tenebrosos. Una de las anécdotas más famosas del libro es que en su primera edición americana se suprimió el último capítulo, el cual si fue publicado en la original inglesa.Stanley Kubrick manejo esa edición americana, y no supo de la existencia de ese capítulo final hasta que tenía muy avanzado el guion de su película. de ahí que el final de ambas versiones difiere bastante. Burgess siempre defendió su final, que tenía un tinte más positivo al dar la oportunidad de poder redimirse al protagonista. Pero para mí ese final no tiene nada de optimista ni de positivo. Alex no empieza a alejarse de la violencia porque sienta remordimientos, sino por puro y simple aburrimiento.Y el mismo da entender que si al final asienta la cabeza y forma una familia, la espiral de violencia y odio hacia la sociedad se extenderá por medio de su hijo y de sus posibles nietos. Y así, el mal que atenaza a la sociedad nunca acabará, solo se renovará. Pero al mismo tiempo, por eso me parece mucho más interesante que el final de la película, es más redondo, tiene más matices y da más para reflexionar.

Con “La Naranja MecánicaAnthony Burgess no solo realizo un trabajo atemporal, plagado de curiosidades como habéis podido ver (lo cual creo que es una de las señas de las grandes obras de la historia de la humanidad). Creó una obra que representa un futuro poco halagüeño para la humanidad , y compromete al lector al ponerle frente a cuestiones relacionadas con lo más profundo y enrevesado de la condición humana y de su libertad. La novela no puede dejar indiferente a nadie, incluso aunque el lector conozca de que va por la película. Es un libro que te hace sufrir, de difícil lectura por varios motivos. Pero a la vez, está escrito con una lucidez que destroza. Todo en él está muy bien manejado para arrastrar al lector a ese mundo futurista que nos propone el autor, donde poco hay de agradable. Las ideas filosóficas y dilemas morales entorno a los cuales pivota toda esta historia están tan finamente entretejidos a la trama que todo se convierte en un uno inseparable. de ahí que me haya dado tantísimo en lo que pensar.
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rafaperez
 19 January 2022
Este tipo de literatura provocativa y tan absolutamente peculiar no suele gustarme, intento probarme a mi mismo, con el fin de vencer a mi firme convicción de que el exceso en el afán de llamar la atención esconde las verdaderas carencias del escritor y acabo siempre aburriendome en su locura.
Hasta hoy.

Con muchos prejuicios se me hizo imposible durante la lectura no comparar a Alex con el insoportable Holden Caulfield ( El guardian entre el centeno) y sus tediosas muletillas, pero avanzado el libro y metido de lleno en la historia las similitudes acabaron en el fondo del retrete, junto a mis convicciones y prejuicios.

A diferencia de Salinger, Burgess si crea una novela proporcionada. A pesar del nadsat o precisamente por él, el protagonista cobra un equilibrio excelente, y la excentricidad del autor acompaña perfectamente al resultado final de la obra.

No es un libro cómodo de leer, pero una vez superada la barrera del idioma inventado, este se acopla con armonía a la melodia del texto.
Bendita jerga, ¡oh hermanos mios!

¿Y ahora que pasa eh? Pues que en cuanto a la trama y el mensaje, encontramos a un adolescente que tiene como hábitat natural el consumo de drogas y la realización de actos con violencia extrema.

Burgess presenta bien la dicotomía entre el bien y el mal, la redención voluntaria o artificial y si esta no hará perder la esencia de cada ser, pero a mi juicio olvida algo muy importante, en especial, desde el punto de vista de la justicia. A la víctima, incluso a la pasiva.

Si yo fuera el padre de las niñas de 10 años de las que se abusa sexualmente la rehabilitación del causante me parecería una burla, si es que siguiera con vida...
¿Y qué es justo?

Una novela en la que debo desdecirme, pues al final el esfuerzo tuvo grata recompensa tanto por la reflexión y el mensaje como por lo mucho que aporta la jerga a la sonoridad del libro.

Consejo, leer hasta el capitulo 6 de la tercera parte, como si fuera el final, dejar pasar dos tres días y leer el séptimo, el famoso 21, y tendréis dos novelas distintas.
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lady_whisper
 20 February 2023

Este es uno de esos libros del que siempre había oído hablar, puede que más por influencia de la película de Kubrick, pero también porque tiene su sitio asegurado en la literatura de la segunda mitad del s.XX, junto con 1984, Dune u otros que ahora mismo se me escapan. O sea, que sabía que iba a ser lectura obligada tarde o temprano. Y el resultado ha sido bastante interesante.
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La historia nos cuenta las andanzas de unos jovencitos que se dedican a pasar su tiempo destruyendo todo lo que tocan. Su máxima afición es robar, entrar en casas ajenas, dar palizas, violar e incluso asesinar; estos chicos no se ponen límites y la violencia es parte fundamental en sus vidas. Pero un buen día uno de ellos, Alex (nuestro humilde Narrador) es apresado por la policía y encarcelado. El gobierno (que ya nos huele mal desde el principio), lo elije como conejillo de indias para una nueva terapia que "cure" su inclinación a cualquier tipo de violencia. Aquí es cuando uno se empieza a preguntar si eso no es más que más violencia, o sea, la pescadilla que se muerde la cola.
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La novela no es muy extensa y se lee fácilmente, a pesar de desarrollar un argot propio ( nadsat) que puede parecer un poco caótico en un principio. Mientras la leía no podía evitar tener la cara de Malcolm McDowell en mente, y recordaba imágenes con los palillos en los ojos mientras sonaba Beethoven a todo trapo. Aunque no haya sido una lectura adictiva sí que me ha hecho reflexionar, y sólo por eso vale la pena. La violencia engendra violencia y no se acaba con ella ejerciendo más violencia. Esos poderes fácticos que pretenden controlarla deberían saber que eso sólo se consigue con educación. Pero claro, a esos poderes normalmente les importa muy poco.
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AlmaLectora
 03 March 2023
Hoy os traigo uno de mis eternos pendientes y todo un clásico (aunque esto se lo debe a su adaptación cinematográfica...)
Muchos ya conoceréis la historia a grandes rasgos por la película de Kubrick. Pero no tiene nada que envidiar una de la otra. Porque cada una tiene su forma de contar la historia.
En esta distopia nos cuenta como el protagonista, Alex, es un joven delincuente en una sociedad muy oscura y violenta con todos sus habitantes.
El autor creo su propio lenguaje para los jóvenes, una jerga que al principio me costó seguir. Pero que luego lo lees como palabras que conoces de toda la vida.
No voy a clarear nada de la historia porque es desagradable, obscena, violenta hasta el extremo pero, al mismo tiempo, tiene un gran trasfondo hablando de las políticas y la relación de los políticos con los ciudadanos. Esa manipulación que usan para ganar votos y que los ciudadanos son marionetas en su obra. Además de la influencia de los grupos, de las relaciones de amistad y de las familiares. Y sobre todo de las consecuencias de los actos.
Yo soy de estomago fuerte para las lecturas, pero este me ha dejado muy mal cuerpo, sobre todo en la primera parte. Me costó mucho entrar en la historia por la cantidad de violencia que contenía en pocas páginas. Si habéis visto la película, no os hacéis idea de la forma de describir del autor las escenas. Son muy desagradables, de verdad. Es por eso que la historia me ha gustado pero al mismo tiempo me ha desagradado tanto que no me ha maravillado como a otros lectores
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dreamerofstories
 03 June 2020
Alex de tan solo 15 años de edad se ve impulsado por destruir todo a su paso y creer que es lo más normal del mundo. Este jovencito nos ubica en una época gris, en donde el mal ha comenzado a predominar sobre el «bien» de una sociedad –por no decir las leyes-, por lo que para él el comerte atrocidades solo es sinónimo de diversión y libertad.

Con tan solo 15 años, nuestro amiguito Alex junto a sus tres drugos/amigos (Georgie, Pete y el Lerdo, mayores que él) se sienten capaces de ir por la vida como si ya fuesen unos hombres hechos y derechos. Pero nuestro protagonista, quien nos narra su propia historia, comienza a tener mucha hambre de poder, pues ha decidido –naturalmente- ser el líder de este pequeño grupo vandálico (?) sin importarle golpear o herir a unos de sus amigos. Y es allí cuando el mundo de nuestro protagonista cambia de una manera abrupta.

«Los conflictos son inherentes a la naturaleza humana».

Hace poco escuché esta frase de alguien muy cercano mientras conversábamos de un acontecimiento de la vida real, y de manera automática recordé la historia de este libro y es que, durante mucho tiempo, las sociedades han creado diversas «reglas» denominadas leyes que buscan parametrizar ciertos comportamientos colectivos, y que tienen como finalidad real el poder armonizar la convivencia entre los individuos.

Ciertamente, La naranja mecánica ha sido un libro que por años ha hecho pensar a todos sus lectores (les guste o no la historia). Incluso, muchos de estos lectores han sacado sus propias conclusiones, llegando a compararlo con la realidad actual de su país. Y ese fue mi caso.

Mientras leía la narración de Alexito, pensé infinidades de veces en aquellos jóvenes marginados que por ciertas actividades he llegado conocer, denotando que la manera en que hablan, las acciones que realizan, la forma en la que piensan es tan similar y característica de la mayoría de los individuos que viven en zonas donde este tipo de comportamientos es común. Es por esto mismo que escribí en el párrafo anterior que muchos lectores de este libro llegan a sacar sus propias conclusiones.

«La emoción del robo, de la violencia, las tentaciones de una vida fácil, ¿valen la pena cuando tenemos pruebas innegables, sí, sí, pruebas incontrovertibles de que hay un infierno?»

Este libro inicia con una introducción escrita por el mismo autor y traducida al español por Ana Quijada, en la que nos comenta un poco más acerca de por qué hay dos versiones del libro. Una versión con solo 20 capítulos distribuida en EE.UU. y adaptada al cine por Kubrik -lo cuál hizo la historia y al libro mucho más famoso-, y otra versión de 21 capítulos (su favorita como autor) distribuida en Inglaterra. Allí mismo, indica al lector que en la lectura encontrará un nuevo vocablo denominado nadsat y el cual no tiene una traducción literal pues ha sido su invento para disminuir el impacto de lo hechos. Debo decirles que me encantó mucho este nuevo lenguaje; al principio me costó las pausas, haciendo la lectura un poco tediosa, pero de unas pocas páginas pude disfrutar de los dos: de la lectura y del lenguaje nadsat.

Ahora bien, si hablamos netamente del libro, es decir, solo la estructura, trama y personajes, Burgess se ha súper sobrado con todo. Aunque la participación de los demás personajes se podría decir que es algo casi que fugaz en la historia -por todo este tema de que el protagonista es el mismo narrador-, los drugitos de Alex son personajes muy característicos en la historia, pues es gracias a ellos que Alex llega a donde tiene que llegar. Sus padres por otro lado, me parecieron muy «blanditos» con este hijo; por momentos detesté que no fuesen capaz de más, pero en otros momentos llegué a comprender el terror que su propio hijo les causaba.

La trama definitivamente es muy buena. Iniciar con un joven malvado, seguir con ese mismo joven malvado y sin remordimientos hasta que recibe su merecido, y después hacerlo «sufrir» para que se notara una evolución; para mí fue perfecto. Sin embargo, quiero tocar algo en esta parte. La trama me encantó, sí, pero no llegué a sentir que el «castigo» que recibió fuera lo suficiente. Muchas veces me frustró leerlo porque llegué a presentir que no recibiría el karma en su total esplendor. Comprendo, es un adolescente, pero aún así él sabía lo que estaba haciendo y aún así decidía hacerlo. ¡Le encantaba hacerlo! No lo odio por eso, porque tal como dice la frase posterior a este párrafo, la herejía de la edad es hacer lo injusto. Y recalco, nunca llegué a sentir que lo compadecía mientras «sufría», nuestro humilde narrador Alexito, jamás me llego a crear empatía después de que recibió el tratamiento por parte del Dr. Bodsky.

«La herejía de la edad de la razón. Veo lo que es justo y lo apruebo, pero hago lo que es injusto.»

¿Y ahora qué pasa, eh? Pido perdón al autor que ya está en el Después, porque al igual que su editor elegiría la versión distribuida en EE.UU. El capítulo 21 me pareció un prologo un poco nada realista, porque como dice un dicho de mi país: «Palo que nace torcido, jamás se endereza».

En definitiva, aunque al principio fue algo tedioso por las pausas para aprender las nuevas palabras -y las cuales terminé usando en la vida real, sin querer-, le agradezco mucho a mi amiga, quien me recomendó con tanta insistencia esta historia, y espero algún día verme la tan famosa adaptación cinematográfica. Por eso, a partir de ahora también recomendaré leer este clásico.

Enlace: https://dreamerof-stories.bl..
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marquez2393
 20 July 2019
La naranja mecánica está inmortalizada en el cine,gracias a Kubrick.El pequeño Alex es un chico de 16 años,el menor de una pandilla,en un mundo corrompido y plagado de pandillas juveniles de chicos a la moda que hablan un idioma completamente diferente al de sus padres,el nadsat.Alex es preso por la policía al entrar en una casa e intentar robar un busto de Beethoven (él es un gran fan suyo) en la prisión es sometido al experimental tratamiento de Ludovico que busca que los criminales sólo puedan hacer el bien,apartir de aquí empieza el gran planteamiento del autor.
El ser humano es como una naranja,rebosante de vitalidad,pero si está naranja se convierte en una máquina que puede solamente estar del lado del bien o del mal mecánicamente habrá perdido lo más sacro que tiene,el libre albedrío. Es éste el planteamiento filosófico de la novela.
Lamentablemente el cine tiene una gran influencia,yo nunca he visto la película,pero en automático imaginaba al pequeño Alex de la película de Kubrick.
Cuando inicias la lectura puede parecer un poco tediosa,ya que está repleta de palabras en idioma nadsat,un idioma ficticio creado por el autor para aligerar la novela debido a su alto contenido sexual.Al llegar a la mitad ya estás familiarizado con el idioma,que mezcla inglés con ruso y del cuál la edición cuenta con un glosario en la parte final.Quizá resulte tedioso ir a la parte trasera a cada minuto,pero uno termina hablando como los drogos de la novela.
Hay escenas explícitas de violación y sexo con menores de edad,quizá por ello hay que pensarlo si se es sensible.
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Guille63
 05 March 2023
Tan buena como la película que es una adaptación fidelísima de la novela... si exceptuamos el famoso capítulo 21 que tan necesario le era al autor como prescindible nos parece a Kubrick y a mí.
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richmarcelo
 09 August 2022
Novela escrita por el literato inglés Anthony Burgess (1917-1993) —fue un intelectual creador de más de 47 obras y cerca de 250 piezas musicales— la cual, muy a pesar de su autor, fue convertida en objeto de culto gracias a la película homónima dirigida por Stanley Kubrick en 1971, eclipsando así sus otros escritos. En un ensayo sobre el libro, aparecido en 1986, Burgess advierte: «Publiqué la novela A Clockwork Orange en 1962, lapso que debería haber bastado para borrarla de la memoria literaria del mundo. Sin embargo se resiste a ser borrada, y de esto la versión cinematográfica de Stanley Kubrick es la principal responsable.» A esto habría que añadir la omisión del cineasta del capítulo 21, debido a que la novela llegó así al público estadounidense; capítulo que describe la transformación de Alex y su aburrimiento hacia la violencia, reconociendo lo ventajoso de la creación sobre la destrucción. Burgess, ante la sociedad de masas, quiso dejar en claro su renuencia a ser un apologeta de lo violento.

La naranja mecánica nació al tiempo que su autor había sido diagnosticado de un tumor cerebral inoperable. El escritor se empeñó en producir incansablemente y así dejar legado para que su posible viuda viviese de las regalías de sus libros, sin embargo, la enfermedad le dio muchos años de tregua siendo que murió, irónicamente, de cáncer de pulmón en 1993.

La historia, narrada en primera persona por el drugo Alex, está basada en un hecho real: en 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, durante un oscurecimiento en Londres (apagón controlado para evitar bombardeos enemigos), cuatro marines estadounidenses agredieron, robaron y violaron a la esposa de Burgess, incluso provocándole un aborto. Este acontecimiento lo marcó, siendo que, muy posible, lo haya hecho escribir acerca del ejercicio de poder y su influjo sobre los demás. En La naranja… el poder de los fuertes recae sobre los débiles: los málchicos (sociópatas) lo ejercen sobre los chelovecos (individuos), en especial starrios (viejos), indigentes, intelectuales y mujeres; los militsos (fuerza pública) lo hacen sobre los prestúpnicos (delincuentes); y el Gobierno sobre los ciudadanos, al pretender establecer un orden transgrediendo el albedrío y la individualidad de estos.

Cabe decir que la hoja de ruta de la novela atraviesa los principales atributos humanos: el amor a la agresión (Eros y Thanatos / el sexo y la muerte), el amor al lenguaje (Eros y logos) y el amor a la belleza (Eros / lo estético y lo lúdico). La violencia, la destrucción y la muerte serían la tramoya.
En cuanto al primer atributo, la pulsión sexual de Alex, sumada a su narcisismo inescrupuloso, le inclinan al sadismo y a la falta de empatía en su actuar. Se presenta como el gran líder ante sus drugos (amigos), a quienes constantemente minimiza, en especial a Lerdo; también rivaliza con otras pandillas, como la de Billyboy. En un pasaje de la historia se comporta salvaje en el unodós (copular) con las niñas de diez años que conoció en la tienda de discos; en otro, viola a la mujer de un escritor, al que los drugos atacaron en una visita sorpresa. Este sociópata no sabe diferenciar entre el bien y el mal, para él resultan ser lo mismo. La muerte de las personas no le hace mella. Hace el mal porque le gusta y considera que es una fuerza necesaria dentro de la historia humana, pues los humanos constan tanto de bien como de mal. Para él, la sociedad es la que no permite el mal, porque no admite la totalidad del individuo en todas sus facetas.

Alex explota a los demás, y al ser manipulador y arrogante se aísla; sus padres le temen, e incluso, cuando este permanece en prisión le buscan un reemplazo que haga las veces de hijo modélico. Sus supuestos amigos le tienden una trampa y posibilitan que sea capturado tras un acto de ultraviolencia, además, cuando uno de estos y Billyboy se pasan al lado de la Ley, operan una venganza cuando el pequeño Alex cae en sus manos. Nuestro personaje principal en lo eventual queda solo, salvo por la compañía del fiel lector.

Sobre el amor al lenguaje, este se lo puede percibir en la creación del nadsat por parte de Burgess. Según se sabe, al haber sido lingüista y políglota, inventó esta jerga juvenil basado en lenguas eslavas, el inglés y alguna palabra gitana. También desarrolló el lenguaje prehistórico de la tribu Ulam, utilizado en la película En busca del fuego (1981). La palabra ‘nadsat' significa adolescente y su invención, según el mismo Burgess, tuvo como finalidad relegar el impacto de la violencia y de la pornografía, ocasionando que la lectura se vuelva una aventura lingüística; «un curso de ruso cuidadosamente programado», a decir del autor. Es por ello que, en el lector, está la decisión de leer todo de corrido o consultar los significados en el glosario final, que no fue incluido en la edición original, sino en la inglesa de 1972, publicada por Penguin Books y con la colaboración del mismo Burguess. Sin embargo, la mayoría de palabras se las entiende en contexto y así el lector se evita cortar la fluidez de la narración.

El tema de la belleza —lo estético— está enteramente abordado con la presencia de la música, misma que aparece a lo largo de la novela, sobre todo en momentos determinantes. Burgess perteneció a una familia ligada a la música, su padre, Joseph Wilson, fue pianista; y su madre, Elizabeth Burgess, fue cantante y bailarina. Él, por su parte, compuso su primera sinfonía a los dieciocho años. Ante esto, no extraña que la estructura de la novela siga la de un aria operística, es decir, estar dividida en tres e ir relacionando la primera parte con la tercera: el capítulo 1 de la primera parte se relaciona con el 7 de la tercera, el 2 con el capítulo 6, etc. También la repetición de frases y muletillas, como «¿Y ahora qué pasa, eh?» o «hermanos míos», dotan de una cadencia especial a la narración.

Alex adora la música clásica, empleó la fuerza para que sus drugos la respeten cuando Lerdo se burló de una muchacha que estaba cantando una ópera que le gustaba. Conoció a las dos chicas, con las que tuvo un encuentro sexual, mientras compraba un disco de Beethoven que estaba buscando. Hay un busto del mismo en la casa de la vieja a la que asesina, y por la que fue sentenciado. En el camastro de prisión soñó con el compositor, con la Novena Sinfonía, último movimiento, y esta melodía es la que lo acompañó cuando se enteró que cometió homicidio. le permitieron volver a acercarse a la música al dejarle poner las canciones en la Iglesia de la cárcel. al participar en la muerte de un preso homosexual, la paliza dada a este hizo que sueñe ser parte de una orquesta dirigida por Beethoven y Handel. Finalmente, la técnica de Ludovico, que fue su boleto de salida de prisión, ocasionó que sintiera asco al escuchar música y de esta manera se trastocara ese placer estético. Y esta, puesta como método de tortura, hizo que salte por la ventana buscando la muerte liberadora.

Nuestro personaje es la naranja predicha por el escritor F. Alexander, víctima de los drugos, pues justo antes de recibir una dosis de ultraviolencia estaba escribiendo La naranja mecánica y Alex, irónicamente, leyó el párrafo donde su autor exponía su oposición a que al humano se le impongan leyes. Para él, todos hemos crecido de un árbol común plantado por Dios, como si fuésemos frutas, pero la sociedad se ha encargado de volvernos máquinas para no crecer al natural. Es de aquí de donde surge el debate en torno a la moral: ¿es conveniente dejar a su libre albedrío a los humanos, o la sociedad debe imponerse y dictaminar lo mejor, así pase por encima de la libertad de cada uno?

El tratamiento de Ludovico —aplicado en el Instituto Estatal de Recuperación de Criminales—, siendo altamente conductual, convierte a Alex en una naranja mecánica, en un mecanismo de relojería que no elige el bien por decisión ética; este deja de cometer delitos y hacer el mal por imposición y por la supresión del reflejo criminal, lo hace solo para dejar de sufrir. Lo paradójico es que su perdición fue, precisamente, fruto de una elección libre pero, a su vez, dicha elección le privó de la libertad moral de elegir lo correcto o lo incorrecto. La falta de albedrío hace que decida suicidarse al haber perdido su condición humana. ¿Son acaso el Gobierno, los políticos o la sociedad dueños de los individuos? Sobran ejemplos reales, dígase proyecto MK Ultra o Proyecto ARTICHOKE. de pronto estos drugos ultraviolentos, antisociales, tan solo son fruto de un contexto determinado y solo son la cuña del mismo palo, los verdugos de la sociedad.

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miguaran
 21 January 2022
Un clásico distópico. Basado en un terrible hecho real, la violación de la esposa del autor durante la segunda guerra mundial, Burgess imagina un mundo alienado en que Alex, el líder de una pandilla callejera, vive de la violencia y la disfruta, pero también se conmueve ante la música clásica. Capturado por el gobierno, Alex es obligado a experimentar una terapia de condicionamiento. No se puede contar mucho más sin spoilers, pero es un clásico que nadie se puede perder.
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