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Crítica de dreamerofstories


dreamerofstories
03 June 2020
Alex de tan solo 15 años de edad se ve impulsado por destruir todo a su paso y creer que es lo más normal del mundo. Este jovencito nos ubica en una época gris, en donde el mal ha comenzado a predominar sobre el «bien» de una sociedad –por no decir las leyes-, por lo que para él el comerte atrocidades solo es sinónimo de diversión y libertad.

Con tan solo 15 años, nuestro amiguito Alex junto a sus tres drugos/amigos (Georgie, Pete y el Lerdo, mayores que él) se sienten capaces de ir por la vida como si ya fuesen unos hombres hechos y derechos. Pero nuestro protagonista, quien nos narra su propia historia, comienza a tener mucha hambre de poder, pues ha decidido –naturalmente- ser el líder de este pequeño grupo vandálico (?) sin importarle golpear o herir a unos de sus amigos. Y es allí cuando el mundo de nuestro protagonista cambia de una manera abrupta.

«Los conflictos son inherentes a la naturaleza humana».

Hace poco escuché esta frase de alguien muy cercano mientras conversábamos de un acontecimiento de la vida real, y de manera automática recordé la historia de este libro y es que, durante mucho tiempo, las sociedades han creado diversas «reglas» denominadas leyes que buscan parametrizar ciertos comportamientos colectivos, y que tienen como finalidad real el poder armonizar la convivencia entre los individuos.

Ciertamente, La naranja mecánica ha sido un libro que por años ha hecho pensar a todos sus lectores (les guste o no la historia). Incluso, muchos de estos lectores han sacado sus propias conclusiones, llegando a compararlo con la realidad actual de su país. Y ese fue mi caso.

Mientras leía la narración de Alexito, pensé infinidades de veces en aquellos jóvenes marginados que por ciertas actividades he llegado conocer, denotando que la manera en que hablan, las acciones que realizan, la forma en la que piensan es tan similar y característica de la mayoría de los individuos que viven en zonas donde este tipo de comportamientos es común. Es por esto mismo que escribí en el párrafo anterior que muchos lectores de este libro llegan a sacar sus propias conclusiones.

«La emoción del robo, de la violencia, las tentaciones de una vida fácil, ¿valen la pena cuando tenemos pruebas innegables, sí, sí, pruebas incontrovertibles de que hay un infierno?»

Este libro inicia con una introducción escrita por el mismo autor y traducida al español por Ana Quijada, en la que nos comenta un poco más acerca de por qué hay dos versiones del libro. Una versión con solo 20 capítulos distribuida en EE.UU. y adaptada al cine por Kubrik -lo cuál hizo la historia y al libro mucho más famoso-, y otra versión de 21 capítulos (su favorita como autor) distribuida en Inglaterra. Allí mismo, indica al lector que en la lectura encontrará un nuevo vocablo denominado nadsat y el cual no tiene una traducción literal pues ha sido su invento para disminuir el impacto de lo hechos. Debo decirles que me encantó mucho este nuevo lenguaje; al principio me costó las pausas, haciendo la lectura un poco tediosa, pero de unas pocas páginas pude disfrutar de los dos: de la lectura y del lenguaje nadsat.

Ahora bien, si hablamos netamente del libro, es decir, solo la estructura, trama y personajes, Burgess se ha súper sobrado con todo. Aunque la participación de los demás personajes se podría decir que es algo casi que fugaz en la historia -por todo este tema de que el protagonista es el mismo narrador-, los drugitos de Alex son personajes muy característicos en la historia, pues es gracias a ellos que Alex llega a donde tiene que llegar. Sus padres por otro lado, me parecieron muy «blanditos» con este hijo; por momentos detesté que no fuesen capaz de más, pero en otros momentos llegué a comprender el terror que su propio hijo les causaba.

La trama definitivamente es muy buena. Iniciar con un joven malvado, seguir con ese mismo joven malvado y sin remordimientos hasta que recibe su merecido, y después hacerlo «sufrir» para que se notara una evolución; para mí fue perfecto. Sin embargo, quiero tocar algo en esta parte. La trama me encantó, sí, pero no llegué a sentir que el «castigo» que recibió fuera lo suficiente. Muchas veces me frustró leerlo porque llegué a presentir que no recibiría el karma en su total esplendor. Comprendo, es un adolescente, pero aún así él sabía lo que estaba haciendo y aún así decidía hacerlo. ¡Le encantaba hacerlo! No lo odio por eso, porque tal como dice la frase posterior a este párrafo, la herejía de la edad es hacer lo injusto. Y recalco, nunca llegué a sentir que lo compadecía mientras «sufría», nuestro humilde narrador Alexito, jamás me llego a crear empatía después de que recibió el tratamiento por parte del Dr. Bodsky.

«La herejía de la edad de la razón. Veo lo que es justo y lo apruebo, pero hago lo que es injusto.»

¿Y ahora qué pasa, eh? Pido perdón al autor que ya está en el Después, porque al igual que su editor elegiría la versión distribuida en EE.UU. El capítulo 21 me pareció un prologo un poco nada realista, porque como dice un dicho de mi país: «Palo que nace torcido, jamás se endereza».

En definitiva, aunque al principio fue algo tedioso por las pausas para aprender las nuevas palabras -y las cuales terminé usando en la vida real, sin querer-, le agradezco mucho a mi amiga, quien me recomendó con tanta insistencia esta historia, y espero algún día verme la tan famosa adaptación cinematográfica. Por eso, a partir de ahora también recomendaré leer este clásico.

Enlace: https://dreamerof-stories.bl..
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