—Esa actitud tuya va en detrimento de tus excelentes cualidades como agente de policía —dijo él con semblante serio. Ella dejó de sonreír y asintió. —No me gano las simpatías de los jefazos, ¿verdad? —No. Anda, cómete la pizza. Mantén ocupada esa boca respondona. Ella sintió y, después de dar un mordisco, reflexión: —Quizá debería asistir a esa reunión de mañana con un bocado de pizza en la boca. Así me evitaría problemas. |