Lean a Nina Berberova, una de las figuras más relevantes de la literatura rusa del siglo pasado (no exagero). El libro consta de tres relatos traducidos por José Manuel Álvarez-Flórez: el que da título al libro, una narración chejoviana acerca de como viven unos expatriados rusos los días previos a la toma de París en la SGM, «La caña rebelde» (hay una versión reciente editada de forma independiente por Ediciones Invisibles titulada «El junco rebelde» y traducida por Marta Rebón), en la que una exiliada rusa se despide de su amante sueco que tiene que regresar a su país (¿tiene?) ante la inminente llegada de los alemanes, y «Astachev en París», la historia de un renegado ruso, un arribista sin conciencia. No ha sido una lectura tan espectacular como la anterior, posiblemente por el ya inoperante efecto sorpresa, y aun así me han parecido tres poderosas historias en las que ronda la idea del destino y la posibilidad o no de hacerle frente, de tomar las riendas a pesar de las circunstancias. “Había lago amenazador en el cielo claro, en los campos silenciosos, en aquellos caminos que iban de aquí par allá, en aquel verano, en aquel mundo en que el destino le había obligado a vivir” Berberova escribe de una forma elegante y emocional, respetando la inteligencia del lector cuando elige qué mostrar o qué ocultar y únicamente sugerir. La primera de las historias, «La resurrección de Mozart, es un claro ejemplo. ¿Si les dieran el poder de resucitar a alguien, a quién elegirían? Esto se preguntan un grupo de exiliados rusos durante una cena a cincuenta kilómetros de París y con el sonido de las bombas alemanas a lo lejos. ¿Napoleón? ¿Julio César? ¿Los padres? No, en esos tiempos no se les puede hacer esa jugarreta a ningún amigo o familiar querido. Mozart es el personaje que elige Maria Leonidovna Sushkova. A los pocos días aparece un hombre sin equipaje a pedir refugio, un músico. “Mozart, por supuesto, solo Mozart valdrá… podríamos estar despiertos hasta el amanecer, y él podría tocar nuestro piano y hablarnos de algo. Y vendría todo el mundo a echarle una ojeada y a escucharle… el jardinero de los vecinos y su esposa, el cartero, el tendero y su familia, el feje de estación… ¡Sería estupendo! Y mañana no habría correo, ni trenes ni nada. Andaría todo manga por hombro, y no habría guerra… No, guerra habría” La segunda, «La caña rebelde», menos de mi gusto, empieza con una de esas incontables separaciones entre amantes que las guerras provocan, un destino que, no obstante, traerá a su protagonista más de una sorpresa. Olga es una mujer que valora intensamente su mundo interior y privado, esa “tierra de nadie” que es su territorio de intimidad y libertad absoluta, y en la que tuvo la suerte de conocer a su amado Einar. “El «derecho al martes» era nuestra expresión favorita. ¡Todo el mundo lucha en realidad por su «martes»! ¿Qué se le otorgue a todo el mundo su «martes» por decreto! Y nos decíamos entre risas «Mi martes eres tú», hasta que comprendimos un día que el martes se había convertido en toda la semana” «Astachev en París» dibuja el desmoronamiento moral de la generación de entreguerras (¡cuánto me recuerda al clima que se está imponiendo en la actualidad!), sin conciencia ni principios, el individualismo del sálvese quien pueda y la ley del más fuerte. Es una historia perturbadora en la que un mal bicho, atractivo, con ideas facistoides de las que alardea, sincero y directo en sus egoístas intenciones, bien sea en los negocios, bien sea en las relaciones con las mujeres, campos en los que se mueve con gran éxito, tiene la irritable capacidad de ser feliz. “(Él) Tú no conoces a los hombres. Somos unos cerdos. Pero por eso precisamente nos quieren las mujeres, claro… (Ella) ¿Por qué habría de estar enamorada de él? ¿Por lo guapo que es?... Puede que le quiera porque me hace caso… pero, ¿es que me hace tanto caso?... le quiero por todo, por su grosería, por su evidente mezquindad, por esa risa de bandido, por eso aires de patán con que se mueve” Lo dicho, lean a Nina Berberova, puede ser, como en mí caso, su gran descubrimiento del año. + Leer más |