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Continuación del libro anterior, "Las tormentas de 1848", narrado en primera persona en forma de memorias/diario, relata el encuentro de Pepe Fajardo, ya "ennoblecido" por su matrimonio, con Narváez el llamado espadón de Loja, y con la propia reina Isabel II y su consorte. Los diálogos con la reina retratan al personaje como un ser débil y manipulable y son de lo mejor de la novela. El retrato que ofrece del rudo y autoritario Narváez tampoco tiene desperdicio. Otro momento interesante es la descripción fascinada de Sor Patrocinio, la famosa monja de las llagas, que impresiona al narrador.
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