Mi hogar es la hacienda Ringwood. Es donde vive mi mujer. Es donde se quedará mi corazón cuando me vaya.
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Mi hogar es la hacienda Ringwood. Es donde vive mi mujer. Es donde se quedará mi corazón cuando me vaya.
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¿En qué momento se había convertido en un ser tan precioso para ella? ¿Fue un solo momento? No lo creía. Él se había ido infiltrando en su corazón inconscientemente.
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¿Qué es el amor más que un concepto abstracto que ni siquiera puede definirse, salvo respecto a una acción? Aidan es un Bedwyn. Es mi hermano y, a menos que yo engendre un hijo y hasta que lo haga, es mi heredero. Su vida es tan importante para mí como su... felicidad. Daría mi vida por él si fuera necesario recurrir a un gesto tan extremo y dramático. ¿Es acaso amor? Decida por sí misma.
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Él no le podía quitar los ojos de encima. En parte lo hacía deliberadamente, pensando en los amigos y vecinos de ella, que examinaban con atención y cariño cómo se comportaban. En parte también porque mirarla era un placer, alta, esbelta, animada y hermosa como estaba. Y en parte además porque al cabo de unos días trataría de recordarla y quizá no lo consiguiera.
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—Se dice que todas las mujeres están enamoradas de un uniforme—añadió—. Hoy más bien se diría que de un uniforme están enamorados todos los habitantes de Inglaterra, hombres y mujeres, siempre que sea británico, prusiano o ruso. Todos adoran a los matarifes. —Pero ha estado usted luchando contra la tiranía —objetó Eve—. ha luchado para liberar a varios países y a toda su población de las garras de un tirano cruel. Algo de noble justo debe haber en ello, aunque tenga que matar algunos enemigos en el proceso. —El año próximo, o el siguiente, quizá el enemigo sea Rusia, o Prusia, Austria o Estados Unidos. Y Francia el aliado. naturalmente, los británicos siempre están del lado de la buena causa de la justicia punto del lado de Dios. Dios hablo con acento británico, ¿a que no lo sabía? Un acento distinguido, de clase alta, para ser más preciso. |
—¿Sabe bailar? —le preguntó a Aidan. Le costaba trabajo imaginarlo la pista de baile. —Señora —dijo cuando el carruaje se detuvo y mientras esperaban a que el cochero desplegará la escalerilla para pegarse del vehículo—, antes de que un caballero aprende a recitar el abecé sin equivocarse, domina ya el arte sutil de bailar con elegancia. Eve se echó a reír |
"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?