Ojalá siempre fuéramos conscientes del ruido que puede hacer el silencio.
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Ojalá siempre fuéramos conscientes del ruido que puede hacer el silencio.
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Y aunque por empatía puedes hacerte una idea de lo que supone que tus padres no se acuerden de ti, cuando te sucede es mil veces más duro de lo que imaginas. Es dejar de tener raíces. Porque el árbol que ellos plantaron cuando iniciaron nuestra familia se esfuma sin que tú puedas hacer nada. |
Mi madre. Cuánto la he echado de menos desde que nací.
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Los dos regamos la relación como podemos, los dos la peleamos y los dos nos respetamos y tenemos paciencia con el otro. Ya sabes lo que dicen: hay que regar la relación cada día, como si fuera una planta, pero siendo consciente de que no siempre va a brillar como el primer día y no siempre te van a salir pétalos bonitos.
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Los demonios suelen encontrarse cómodos en la oscuridad. Pero es necesario escucharlos para saber qué tienen que decirnos y así poder dejarlos marchar.
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No podemos obligar a nadie a meterse en nuestra vida y quedarse ahí.
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Pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor no arregla los problemas del presente ni mejora las perspectivas de futuro; es más, te ancla en un estado nostálgico del que no puedes moverte, mientras todo lo demás cambia.
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Ojalá siempre fuéramos conscientes del ruido que puede hacer el silencio.
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Tengo la certeza de que él siempre estará ahí, ordenando con su sonrisa tímida los días en los que todo está del revés.
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Además, para mí tu profesión, tu sueldo o tus logros académicos no miden el éxito o el fracaso. —¿Y qué lo mide? —La calidad de las personas que te rodean y quieren estar contigo —digo más seria de lo que pretendo |
"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?