No es nada fácil generar terror. Actualmente pudiera parecer que hemos consumido tantas producciones culturales orientadas a generarnos miedo que llegar a impactar con una historia puede resultar una tarea complicada. Sin embargo, Ramón Arribas ha conseguido crear una atmósfera realmente sugestiva en una extensión inferior a doscientas páginas. “Diario de un exorcismo: la historia de Elisa Lo Bue” es una novela realmente oscura que genera tensión de una manera exponencial, según nos adentramos en sus páginas, para llegar a una impactante eclosión. La profundidad que consigue el libro es muy superior a la esperable por su extensión, y es que el autor sabe perfectamente qué datos ofrecer para librarse de lo superfluo y calar directamente en el lector hambriento de emociones. Los primeros capítulos están escritos desde la perspectiva de Elisa; de esta manera, se nos da a conocer su historia desde el día en que, estando de celebración en la playa con unos amigos, un siniestro ser se apoderara de ella. Sin embargo, el resto del libro intercala el diario del sacerdote Darío J. Lonehart, recién llegado al pequeño pueblo francés donde habita la joven y descubridor de la siniestra situación en que se halla Elisa. Este formato es realmente efectista puesto que nos permite conocer las dos partes de la historia y, además, el autor hace uso de otro mecanismo muy especial (que conviene no adelantar) para descubrirnos aquellos detalles relevantes en la trama que estos dos personajes no pudieran conocer. Por supuesto y, como la propia sinopsis del libro adelanta, la historia es macabra y gana en oscuridad y crueldad de una forma vertiginosa. No obstante, al escritor no le hace falta recrearse en los detalles más cruentos y narrarlos al detalle para generar una atmósfera escalofriante. A esta tensión contribuye que el lector únicamente es conocedor de cuanto los personajes saben, creando así una empatía con los personajes y una incertidumbre que impelen a continuar la lectura. Por otro lado, la trama contiene giros que de nuevo potencian esa sensación de inseguridad hasta lograr un final que, bajo mi punto de vista, alcanza las cotas de terror más altas de la obra (muy en consonancia con toda su progresión). Aunque los escenarios no cambian en exceso, el autor nos demuestra que una simple habitación puede ser el contenedor de todo un escalofriante universo si se cuenta con los elementos necesarios. En este sentido, aunque escasos, los personajes cumplen su cometido con creces. La represión a la que es sometida Elisa, primero por su madre y, después, por el ser que la posee, es verdaderamente angustiante. También se infieren datos sobre la vida del sacerdote que lo acercan más al lector haciéndolo más humano y, finalmente, la inocencia de Samuel funciona perfectamente como contrapunto a todo lo siniestro de la trama. Los sucesos en retrospectiva, los espacios, las cartas intercaladas en el diario y hasta un brillante epílogo que nos resuelve algunas dudas, son elementos que redondean el difícil trabajo de conferir originalidad y tensión genuina a la historia de un exorcismo. + Leer más |