El pabellón número 6

hola de nuevo hoy os traigo, " el pabellón número 6" de - Antón Chéjov-

.Ess un libro que se lee en un asalto por sus pocas páginas, pero bien profundas.
No quisiera hablar de más y desvelar ningún spoiler ya que al tener pocas páginas es muy fácil meter la pata y hablar de más.

. Lo aconsejo 100% ya que hablan temas con mucha profundidad y hay que leer muchas cosas entre líneas. Habla sobre la sociedad de la época, la amistad ( real o no ) y las relaciones sobre la clase social en la que se encuentran. Haciéndonos reflexionar.
Siendo una gran obra, cortita y predecible pero muy buena.

Espero que le deis una oportunidad.

Conocéis el dicho que dice "No son todos los que están, ni están todos los que son"?
Esta historia va en ese sentido; transcurre en un psiquiátrico, en la Rusia del siglo XIX, donde uno de los pacientes capta la atención del médico cuando le escucha hablar sobre su visión de la vida, las circunstancias que rodean al ser humano, comparando los que están dentro con que están fuera; el médico fascinado cada vez dedica más tiempo a conversar con su paciente y hasta llega a estar de acuerdo en muchas conclusiones, sin sospechar la vuelta de revés que esto le puede traer

Una lectura con un tinte muy filosófico que dio para mucho en nuestra charla de los domingos en #clasicosflash

Moraleja no impongas normas que no seas capaz de cumplir

“Cierto es que tenemos nuestros libros, pero no es lo mismo, ni la lectura puede sustituir del todo los agrados de la conversación y el cambio de ideas. Si usted me permite que use de una comparación algo atrevida, le diré a usted qué el libro es la nota y la conversación es el canto” ~ La Sala Número Seis de Antón Chéjov.

El pabellón numero seis o también conocido como La sala número seis de Chejov es un breve relato abre el debate sobre la felicidad, el sufrimiento y una actitud estoica ante las adversidades de la vida. Un clásico con un gran trasfondo filosófico y ya sabemos lo que me gustaba mi ese toquecito.

En este caso, el relato se enmarca en un psiquiátrico donde un joven permanece encerrado bajo las férreas normas del médico que lo dirige y que siempre está ausente. Un día, el médico visita el centro y conoce a dicho joven, dotado de una gran inteligencia y una visión especial de la vida. Es, a partir de ese momento, cuando el doctor comienza a plantearse ciertos aspectos de la existencia y abre un camino hacia lo que el resto considera su propia locura.

Un breve relato que me ha gustado bastante, la verdad. Son unas 70 páginas que se leen de un tirón y que os harán reflexionar sobre lo que es salirse de la “normalidad”, así entre comillas porque ya sabemos que el término es muy maleable.

Bueno y bueno, en poco menos de cien páginas se pueden tratar varios temas espinosos y a profundidad.
Estamos en la Rusia zarista, en un psiquiátrico de la época, con lo cual las condiciones son como son.
El director no es un ejemplo, pero un día descubre que uno de los pacientes locos es en verdad inteligente y desde ahí comienza para el director una espiral descendente.
El cuento trata temas como la amistad, verdadera o fingida, las relaciones sociales según la clase social y la libertad o la limitación a ejercer la misma según seas o pertenezcas a un sitio u otro, además de las habladurías, el daño que son capaces de hacer y lo difícil o imposible que es librarse de ellas.
El estilo es impecable y aunque el final es previsible, es una gran obra.

Hacía mucho que no leía algo que me hiciera meterme tanto en la piel de los personajes, casi llego a sentir la obsesión y locura de Iván Dmítrich como propia. Por otro lado, la cordura de sus reflexiones pueden incomodar a algunas de nuestras conciencias empapadas de estoicismo. Me parece que estando ambientada en la Rusia de finales del XIX puede hacernos reflexionar sobre muchas de nuestras actitudes y posicionamientos ante la vida y el sufrimiento ajeno en la actualidad.
Extraordinaria narrativa, plagada de la ironía más elocuente.

Seré breve porque prefiero no extenderme mucho en las reseñas que son más bien negativas. Esta novela corta de Chejov no es “mala”, sino que simplemente a mí no me transmitió demasiado, a pesar de que busca insistentemente mover al lector con sus reflexiones sobre la locura, el estado calamitoso de los hospitales, la miseria y demás. Tal vez me hubiera gustado más si Chejov no echara todo eso en cara mediante ciertos recursos que a mí me suenan de otro lado (no sé de dónde, de eso estoy segura).

El pabellón del título es el lugar del hospital en donde están los pacientes psiquiátricos. La novela arranca describiendo de forma detallada las pésimas condiciones edilicias y cuáles son sus pacientes. Se detiene en uno en particular, Iván Dmítrich, quien sufre de paranoia. Aquí se inserta algo bastante conocido: el paciente tiene trastornos mentales, accesos de ira y problemas para relacionarse, pero también tiene rasgos de brillantez. Y esa misma brillantez es la que busca Andréi Efímich, el director del hospital, quien tiene una mirada bastante negligente de su propia profesión y de la ruina del lugar en donde trabaja. le cuesta mucho soportar las limitaciones en la inteligencia de sus demás compañeros (y las del mundo también), así que Iván Dmítrich logra impresionarlo con su profundidad.

¿Por qué no me gustó como quería que me gustara? La temática me encanta, pero la narración es tan descriptiva y remarca tanto aquello que quiere acentuar, que a medida que iba leyendo también iba disminuyendo la “magia”. Para colmo, el final es predecible, por más que el camino hasta allí sea un poco alternativo. Rescato la construcción sólida de personajes y las reflexiones (aunque me queje de cómo se introducen). Chejov me parece un excelente cuentista y aunque esté criticándolo en este momento no significa que haya cambiado mi opinión. Simplemente, esta novela no fue lo mejor que leí de él.