Hacía mucho que no leía algo que me hiciera meterme tanto en la piel de los personajes, casi llego a sentir la obsesión y locura de Iván Dmítrich como propia. Por otro lado, la cordura de sus reflexiones pueden incomodar a algunas de nuestras conciencias empapadas de estoicismo. Me parece que estando ambientada en la Rusia de finales del XIX puede hacernos reflexionar sobre muchas de nuestras actitudes y posicionamientos ante la vida y el sufrimiento ajeno en la actualidad. Extraordinaria narrativa, plagada de la ironía más elocuente. |