A mí me parece que la única esperanza de la humanidad reside en la magia. Siempre he detestado la realidad, pero es el único sitio donde se consiguen alitas de pollo.
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A mí me parece que la única esperanza de la humanidad reside en la magia. Siempre he detestado la realidad, pero es el único sitio donde se consiguen alitas de pollo.
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Después de años trabajando en el mundo del cine, mi teoría es que el problema casi siempre reside en el guion. Es mucho más difícil escribir que dirigir; un director mediocre puede realizar una película buena a partir de un guion bien escrito, pero un gran director nunca podrá convertir un guion flojo en una película buena. Vale: he dicho «nunca». Lo que he querido decir es «prácticamente nunca».
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El consejo que siempre doy a los realizadores jóvenes No levantéis la mirada. Trabajad. Disfrutad con vuestro trabajo. Si no disfrutáis de vuestro trabajo, cambiad de oficio. No os dejéis dirigir por otros. Vosotros ya sabéis que os parece gracioso o a qué objetivos aspiráis. Eso es todo lo que necesitáis. Tenéis una visión: tratad de plasmarla. Así de simple. Juzgad por vosotros mismos. Ya sabréis si habéis hecho la película que os habíais imaginado al principio. Si es así, genial, disfrutad un momento de la cálida sensación de haberlo logrado, haceos guiños delante del espejo y pasad a otra cosa. Si os habéis quedado encandilados por vuestras propias luces, aprended lo que podáis, lo que en cualquier actividad artística suele ser casi nada, y esforzaos más la próxima vez.
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La gente me pregunta si alguna vez tengo miedo de despertar una mañana y no ser gracioso. La respuesta es no, porque ser gracioso no es algo que te pones como una camisa cuando te despiertas y de pronto es una camisa que no puedes encontrar. Simplemente, o eres gracioso o no lo eres. Si lo eres, lo eres, no se trata de algo que puedas perder ni de una locura temporal. Si me despertara y no fuera gracioso, no sería yo.
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, le dijo una de esas zánganas estériles a mi madre. Sí, me gustaban las chicas. ¿Qué se supone que me tenía que que gustar, las tablas de multiplicar?
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La gracia de hacer una película es hacerla, el acto creativo. Los aplausos no significan nada. Incluso aunque recibas los elogios más entusiastas, seguirás teniendo artritis y culebrilla. ¿Y es tan terrible que la gente no se extasíe con tu obra? ¿Que a alguien no le guste tu película?¿El universo se está deshaciendo ala velocidad de la luz y a ti te preocupa que un tipo de Sheoboygan ponga objecciones al ritmo de tu filme? O, si de pronto una mujer de Tuscaloosa escribe que eres un genio, ¿tú crees que su opinión te eleva a la categoría de Rembrandt o Chopin? Basta de perder el tiempo con trivialidades.
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Ver a un loquero no me parecía la peor de las ideas, puesto que, a pesar de todos mis intereses creativos y de mis prometedores inicios como escritor cómico, además de todo el cariño que se me había brindado mientras crecía, seguía experimentando alguna moderada sensación de ansiedad, igual que cuando te entierran vivo. No era feliz; era un tipo melancólico, temeroso y estaba lleno de furia, y no me preguntéis por qué.
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Leía indiscriminadamente y seguía teniendo grandes lagunas en mi conocimiento, pero empecé a escuchar música clásica además de jazz, visitaba cada vez más museos y me educaba lo mejor que podía, no para obtener un título universitario ni por ninguna aspiración noble, sino para no parecer un asno delante de las mujeres que me gustaban; aunque, en la mayoría de los aspectos, seguí siendo un asno.
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No creo en el más allá y realmente no veo qué importancia pueda tener que la gente me recuerde como un cineasta o como un pedófilo o que no me recuerde en absoluto. Lo único que pido es que esparzan mis cenizas cerca de una farmacia
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El fracaso es uno de los gajes del oficio. Si tienes miedo de fracasar o no puedes superarlo cuando te sucede, debes buscarte otro modo de ganarte la vida
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Gregorio Samsa es un ...