Un país con tu nombre

A las madres no nos hace falta saber que sabemos.

Un amigo es quién quiere conocer tu sueño.

Vivir sabiendo es vivir el doble y yo nunca me vi tan fuerte como para cargar con tanta vida.

Qué extraño lo de la risa, lo poco que parece pesar cuando está y lo que perdura cuando ya no queda.

Las mujeres oímos con los años y con la memoria.

Las casas están construidas sobre frases, silencios y esperas, por eso los siglos no pueden con ellas.

Andrea estuvo aquí, esto pasó, ella pasó y aquí sigue porque yo sigo también

... y también de los sueños, de que todos tenemos uno, aunque no lo sepamos, porque si no existiera no podríamos vivir, bueno, podríamos, pero no sería vivir, sería otra cosa que no sé qué nombre tiene.

Cuesta oírte decir según qué cosas, porque la voz esta una dimensión que pensadas no tienen, y una vez dichas ya son, tienen cuerpo y no se van. Una vez escritas en tu pizarra, se borran mal.

Tú eres, desde siempre ere, eso no se discute ni se piensa. Los demás están. Eso es ser madre: saber diferenciar lo que es de lo que está.