Noviembre nos adentra en un mundo de fantasía de tono entre infantil y juvenil. Una novela pensada para jóvenes lectores que quieran empezar a navegar por mundos no muy complejos pero rebosantes de magia: una filosofía parecida a la que nos encontramos en obras como La historia interminable. En ella se construye una historia dentro de otra historia, lo que le da un punto extra de complejidad a una trama esencialmente lineal. Y, entretejiéndose con la trama, nos encontramos con un montón de enseñanzas, así como un precioso mensaje acerca del amor por los libros, la literatura y el arte de escribir y crear historias. Además, el autor se recrea en el uso de clichés y los aprovecha para meter algunos conocimientos perfectamente integrados en la novela, enseñándonos, por ejemplo, las diferencias entre escritor de brújula y escritor de mapa. Sin ser la más compleja de las historias -no hay que olvidar cuál es su público objetivo-, me ha dejado muy satisfecha y sorprendida con su final. Un desenlace que me ha parecido muy acertado y con el que queda todo bien cerrado a través de un último giro que te deja a cuadros. Para lectores que llevamos ya un buen puñado de lecturas a nuestras espaldas este libro se nos puede quedar un poco corto, echando de menos un punto extra de profundidad, aunque creo que parte de su encanto reside precisamente en el hecho de que nos permite reconectar con nuestro "pequeño lector", haciendo que recordemos cómo se sentía la magia de nuestras primeras lecturas. + Leer más |